www.TRADICIONGAUCHA.com.ar
El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina |
Si
queremos decir algo concreto acerca de la antigua y popular zamacueca, tendremos
que conformarnos, por ahora, con expresar que a principios del siglo pasado
se encuentra gozando ya de intenso culto desde el Perú hasta Chile. En la segunda mitad se ejecutó en Colombia y Ecuador,
y en toda la extensión poblada del país, desde el Chaco hasta la Patagonia.
Hoy es un recuerdo en el litoral. HISTORIA En la Argentina y Paraguay. La zamacueca, con sus nombres
modernos de Cueca, Chilena y Zamba, se cultiva hasta hoy en las provincias
del norte y oeste argentino. Gracias a la importante monografía de Ventura R. Lynch,
sabemos que la zamacueca se bailó en la provincia de Buenos Aires. Lynch
cree que antes de 1850 "las cuecas" se habían incorporado al
repertorio del gaucho; lo cierto es que hacia 1880, fecha en que escribe
Lynch, la "sambacueca" se baila todavía, pero es tan escasa
su importancia, al parecer, que Lynch no hace otra cosa que mencionarla
de paso: "Tenemos en seguida otros bailes como la "sambacueca"
y el "gato correntino", que ambos han sido importados: la una
del Perú y el otro de Corrientes". Nada más. Berutti menciona la zamacueca en su ensayo de 1882 y,
entre primores de fantasía, señala con acierto su itinerario de migración. Giovanni Pelleschi, por su parte, la vio en Humaitá
(Paraguay) en 1880. Describe el programa de un negocio llamado Baile,
almacén, restauran! de la marina, sala de billar y café: "Aquí
Vd. debe tomar parte en una cuadrilla francesa, o en un schottische vals
milanés, o en un gato o zamba nacionales". En 1876 Carlos Waiker Martínez publicó sus impresiones
de un viaje a través de la América del Sur. Nos ha dejado varias referencias
a las canciones y a los bailes. "Rara vez—dice—nuestras canciones
populares son alegres; la misma Zamacueca es grave"..- ¿Grave
la Zamacueca? En Santiago del Estero la vio Carranza en 1872, con
el nombre de Zamba. "El 13 salimos, todavía en medio del Carnaval,
viendo las reuniones que en cada rancho y con la célebre zamba santiagueña,
tocada por un clarinete, un violín y un bombo, se forman"... Origen africano le atribuye Juan María Gutiérrez, que
escribe en 1871, y esta afirmación, enteramente infundada, justifica las
que a la sombra de su autoridad y testimonio, hicieron luego muchos publicistas.
"El cielo — dice — no tiene entre nosotros como la Zamba
- clueca peruana o el Bambuco neogranadino origen africano
y no participa por consiguiente del delirio sensual"... Según se desprende del texto, fue por los años 1870-1880
cuando Alfred Ebelot vio en la Pampa lo que recuerda en su libro de 1890.
En el cuadro titulado "El Velorio" cuenta que, en el baile,
"al pasar delante del pequeño muerto, algunas de las bailarinas,
balanceándose sobre las caderas por el movimiento lascivo que exigen la
habanera y la zamacueca, hacían un signo de la cruz furtivo"... En la "Revista Argentina" (año 1868), Carlos
Paz cita la "zamacueca", sin ubicación geográfica precisa, en
una poesía dedicada a Gottschalk. Martín de Moussy, que viajó por nuestro país entre 1841
y 1859, recuerda las danzas criollas: "Aquí las bochas y el billar
atraen a los curiosos; mientras que más lejos, en alguna casa un poco
grande, la guitarra de agudos sonidos agrupa a los amantes de la zamacueca"...
Añade "que son danzas para dos, tres o cuatro personas y que hoy
[1860] están abandonadas en el litoral"... Strain la vio en San Luis, en 1849. "La música
era una guitarra frecuentemente acompañada por la voz, y las danzas consistían
en minuetes [y otras], y ocasionalmente la Sama cueca nacional..." Estos testimonios documentan el cultivo de la danza
en esta parte del continente hasta mediados del siglo pasado. Es, sin
duda, algo más antigua y general su adopción, aunque no tengamos menciones. Sigamos a la Zamacueca por otros países sudamericanos. En Chile. La Zamacueca es la danza nacional chilena.
Nada comparable al entusiasmo, al fuego con que en este país se ejecuta
y a la pasión que despierta en los que presencian el espectáculo participando,
en cierto modo, con gritos, palmadas y percusiones. El baile es hasta nuestros días cultivado con fervor
y lo ha sido sin interrupción por espacio de cien años. Al finalizar el siglo pasado, André Bellessort nos proporciona
una animada descripción. Me interesa hacer notar la semejanza de impresiones
que el espectáculo de la Zamacueca produce en casi todos los que la han
visto en el curso del siglo pasado. Hay un argumento intensamente pasional,
débilmente sentido alguna vez entre nosotros, pero muy negligentemente
realizado por nuestros bailarines profesionales o aficionados del interior.
Ricardo Rojas es quien mejor lo ha comprendido (ver "Los gauchescos"), "La bailarina — escribe Bellessort en 1897 — tiene
en una mano el pañuelo que agita, y con la otra levanta ligeramente la
falda y escapa del asedio del bailarín. Este, la mano izquierda en la
cadera, hace dar vueltas a su pañuelo sobre la cabeza de ella, mariposeando
a compás a su alrededor deseoso de llamar su atención. Pero la bailarina,
con la mirada obstinadamente baja, se sustrae a la persecución. El la
persigue, la importuna, le corta la retirada; ella esquiva. El se impacienta,
despliega todas sus gracias, redobla su donaire, se pavonea, ondula, zapatea.
Pero la insensible, con la vista fija en la punta de sus botines, se desliza
como un sueño. "La música, los cantos, las palmadas, estimulan
la persecución, pues la esperanza se renueva con los signos de languidez
que se advierten en la eterna fugitiva. En fin, ella levanta la vista
y el encuentro de las dos miradas decide el triunfo de ambos o, mejor,
la doble derrota". Hasta en Punta Arenas se bailó esta danza. Así es, según
la moderna narración histórica de Braun Menéndez, "El motín de los
artilleros", episodios de 1877. Escribe: "Y enseguida se armaba la fiesta; como no faltaba
guitarra ni una "cantora", empezaba pronto la consabida "cueca",
con tamborileo y huifa;"... Se me asegura que la cueca se bailó hasta hace poco
en Punta Arenas. En 1876, nos auxilia una referencia de Charles D'Ursel
que la vio en la localidad de Chimborango. "De pronto — escribe — una pareja avanza al medio
de la sala, y al son de la música y de los cantos, se pone a bailar la
zamacueca;"... Describe enseguida el tema del pañuelo — que la bailarina
dejar caer al final—, los pequeños pasitos saltados, la persecusión y
la derrota de ella. En el 75 la cita Zorobabel Rodríguez en su "Diccionario
de Chilenismos" y en el 74 la encuentra André Bresson en Santiago
(de Chile). Este viajero francés, que la vio antes varias veces, se refiere
a la danza en términos que interesan. Dice: "La gente decente va [a las chinganas] a ver bailar
a las otras, pero más de un pie delicado, se agita bajo el vestido, pues
aun cuando esta danza nacional ha sido exilada de los salones, toda chilena,
por aristocrática que sea, le conserva en el fondo del corazón, una preferencia
inconfesada". En otro lugar añade: "Bajo la ramada, se danzaba la zamacueca
al son de instrumentos y de cantos, ruidosamente acompañados por los gritos
y las palmadas de los espectadores. El caballero y su bailarina tenían
cada uno su pañuelo en la mano, lo revoleaban y lo agitaban marcando un
paso cadencioso; se acercaban, se alejaban y hasta se volvían la espalda
en ciertos momentos. El caballero, un robusto huaso — paisano de
Chile — tomaba aires de conquistador para fascinar a la huasa que
era su compañera; pero ésta, lánguidamente y por medio de actitudes tan
variadas como picantes, expresaba que, aunque encantada ya, resistía todavía.
Mas no resiste largo tiempo, pues pronto reducida a la voluntad de su
vencedor, arroja su pañuelo al suelo, en señal de sumisión y obediencia". Verdad es que Bresson vio bailar la Zamacueca, pero,
sin duda alguna, leyó descripciones de Max Radiguet — otro francés que
veremos — a quién copió párrafos enteros. Del año 1863 nos ha llegado crónica periodística de
un banquete, que fue, según el periódico, uno de los más animados que
se hayan realizado en Santiago. "... se quitaron las mesas y la espaciosa
bodega quedó transformada en un rústico pero hermoso salón de baile. Inmediatamente
se improvisaron parejas, se armaron círculos de cuadrillas, y el baile
se hizo general; un momento después, la animación exigió más: las bandas
hicieron oír la entusiasta música de nuestra danza nacional, la zamacueca,
que fue bailada por algunas señoritas y jóvenes galanes. La animación
pasó entonces a ser un entusiasmo loco, delirante, inmenso"... Del mismo año es un articulo de Vicuña Mackenna con
noticias sobre una localidad situada a unas cuarenta leguas al norte de
Santiago de Chile. Dice: "Hai además en cada faena, fuera de las casas de
juego construidas i de garitos subterráneos, grandes ramadas de baile,
en las que los mineros lucen su ajilidad i pintorescos atavíos en la za¡uriana,
baile que nuestros montañeses prefieren a la misma zamacueca”. Un alemán que residió varios años en Chile, anduvo por
Tres Puntas en 1851 ó 52. Cuenta: "Por razones de curiosidad yo visité
con mi amigo el mayor de los locales de baile para ver las danzas nacionales
[...]. El local consistía en una gran carpa en que aproximadamente 400
mineros bebían, cantaban y jugaban con mujerzuelas; en un estrado, una
especie de escenario, bailaba siempre un par la Zamba Cueca al son de
la más ruidosa música y los gritos de la muchedumbre, haciendo las mujeres
lo posible por mostrar sus encantos". Y en las trillas de mediados del siglo pasado, que el
tradicionalista Pedro Ruiz Adea describe más tarde, "...se devoran
las empanadas de horno, se abre la pipa de chacolí... ¡Zambacueca
enseguida!" Edmond Reuel Smith, que fue a Chile hacia 1850 integrando
una misión norteamericana de astronomía, hizo un viaje al Sur de Chile
y asistió en Antuco a una tertulia familiar en que se bailó, entre otras
danzas, la zamacueca. "The zamacúca — dice Smith — ha sido muy difamada
por los extranjeros que la han visto en las ciudades costeras, en lugares
de dudoso carácter; pero bailada en la buena sociedad o por las bajas
clases sociales en el interior, no es poco graciosa y sí mucho más modesta
que los "schottishes" y "redowas" de los modernos
bailes de salón. "Una de las niñas toma la guitarra y canta; luego
ejecuta una polca y después "the more national zamacúca". Una
pareja se levanta y los compañeros se colocan de pie frente a frente,
uno apartado del otro algunas yardas. "Suena la guitarra, comienza el canto, y los espectadores
baten palmas marcando el compás de la música. Los bailarines avanzan y
retroceden coquetamente, marchan en circulo, o se mueven hacia un costado
caprichosamente, pero siempre el uno frente al otro, y agitando sus pañuelos
continuamente, desenredan cambiantes laberintos. Como ni paso ni figura
son arbitrarios — sigue diciendo Smith—, cada uno tiene su propio estilo,
lo cual agrega mucho a la belleza e interés de la danza. La música, enteramente
una monótona repetición de pocas notas, es animada y vivaz..." Y añade Smith que en la alta sociedad y en las ciudades
costeras la zamacúca ha sido "tabooed" (prohibida) por el hecho
de ser plebeya; pero que en los bailes y recibos, después de comer, cuando
todas las formalidades han desaparecido, las danzas nacionales y la música
vuelven generalmente a recuperar la anterior supremacía y son siempre
recibidas con entusiasmo. (Un cura que asistía a una tertulia, se levantó
la sotana y entró en la danza). "Tabú", efectivamente. Antes de su viaje a
Europa Sarmiento escribió cálidas páginas sobre la Zamacueca. Ya las veremos.
A su regreso es menos expresivo. Esa danza le parece un "remedo más
o menos claro de las pasiones carnales"; y en un artículo que publica
en 1850 nos dice aludiendo al ambiente chileno en que vive: "...por
ser hoi más refinados en materia de gustos i de decencia que nuestros
padres, hemos dejado de bailar la zamacueca como indecorosa e indecente". Más tarde, en 1856, comentará en "El Nacional"
el escándalo de las matronas por la desenvoltura de la coreografía francesa.
Inexplicable repulsión — según Sarmiento — en quienes consentían la Zamacueca... Isaac G. Strain publicó en 1853
su libro "Sketches of a journey in Chili, and Argentine Provinces,
in 1849". Al referirse a la zamacueca, considera errónea la impresión
de que es indecente, y cree que tal impresión se origina en el hecho de
haber sido vista únicamente en el fandango y entre las más bajas clases
del pueblo. Ahí la "Sama Cueca", como todas las otras danzas,
está lejos de ser modesta, pero cuando ella es ejecutada, como él ha visto
frecuentemente, entre gente respetable de Chile y al otro lado de la cordillera,
es tan agradable y más expresiva que ninguna otra danza. .. "Apenas — dice — puedo enumerar las danzas, valses
y galopes que he presenciado, pero la que yo he saboreado más fue la danza
nacional "Sama - Cueca"... Sarmiento, proscripto en Chile, escribió sobre la Zamacueca,
y en general sobre el significado de las danzas criollas, páginas que
no han sido superadas después. Doy varios largos fragmentos de su artículo,
que apareció en "El Mercurio" del 19 de Febrero de 1842. << Pero pasemos al baile que es el objeto principal
de nuestro artículo. Hasta ahora sólo habíamos visto en la escena las
graciosas boleras, la cachucha, la gaviota a veces. Dos danzarinas, que
sin duda no rivalizan con Miss Ester, habían arrancado aplausos al público
con sus movimientos airosos, sus maniobras acompasadas; pero esta vez
ha habido algo más encantador que ha electrizado, o más bien enloquecido
al público. Los aplausos han tocado en el frenesí i los gritos de ¡otro!
¡otro! tenían toda la viva espresión de un deseo popular que quiere ser
satisfecho a toda costa. ¿Qué nuevos atractivos tenia el baile para el público,
qué nuevas habilidades venían a escitar su admiración? Una bagatela insignificante
en la apariencia, pero en realidad una cosa muy grande i que remueve profundamente
los corazones. Un Baile popular comprendido de todos, que suscita simpatías,
que trae recuerdos gratos, que se liga con nuestra vida y nuestras afecciones,
que hace vibrar todas nuestras fibras, que llena el alma de las más dulces
emociones i nos hace sentir la nacionalidad, la patria, el pueblo, la
existencia en fin. Era la zamacueca; pero la zamacueca que
se presentaba ante sus amigos, vestida de gala como una novia feliz, ejecutada
a toda orquesta, ataviada de mil adornos i acompañada i cortejada por
las boleras que la precedían i seguían con sus bulliciosas sonajas i las
parleras castañuelas al fin. ¡Oh! ¡No! no se rían los estranjeros que
han visto a mil chilenos con la sonrisa en los labios, palpitante el corazón,
siguiendo de hito en hito cada movimiento de la graciosa danzarina, acompañarla
con mil golpes acompasados remedando el tamboreo, i haciéndole hurras
con los gritos de ¡leña! ¡leña! ¡fuego! ¡fuego! ¡dale! ¡dale! ¡No! no
se burlen de sus frenéticos aplausos, de su alegría infantil. No! el que
no es chileno no puede juzgar en tan grave materia, no puede comprender
porque no sabe sentir, porque no es esta la cuerda que pone en movimiento
sus fibras, porque esta batería galvánica no está montada para él, i por
lo tanto no puede electrizarlo. >> << ¿Qué majia ha obrado este súbito entusiasmo?
¿Qué tarántula los ha picado?... El cielito, la media caña... un
simple baile nacional. Esto, pues, importa un baile de chicoteo. Todo
esto dice la zamacueca; esto significa el júbilo de un pueblo entero
que con las manos i los bastones ha tamboreado en coro, en masa, a pluralidad,
para acompañar con sus golpes acompasados a la bailarina que elevaba al
rango de un baile de espectáculo público la zamacueca nacida entre
el pueblo, i elevarla a una categoría, a ser un personaje que destierro
de los bailes a la desabrida contradanza, al ajitado vals i a toda esa
caterva de insulsas monerías sin sentido, sin placer, sin verdadero encanto,
para apoderarse ella sola de la escena, reanimar los espíritus i dominarlo
todo. ¿I por qué no? ¿Quién osaría disputarle el lugar que el sufragio
universal le ha dado? ¿Quién le echaría en cara su orijen plebeyo, después
que la alta aristocracia de la moda, del tono i el buen gusto lo ha hecho
objeto mimado de la predilección de las bellas i el obligado fin de la
fiesta de toda tertulia en que no se le condene a uno a morirse de puro
fastidio? ¿Por qué no había de presentarse en el teatro? ¡Afuera los estirados
criticones! La zamacueca es el solaz del pueblo llano, llano porque
no tiene el triste en qué se le ataje un grano de arena. Después de las
duras tareas diarias a que la necesidad lo condena, lo aguarda en la chingana
con los brazos abiertos la zamacueca su amiga, la esperanza de
verla lo alienta en su trabajo, i a fin de poder presentarse en la chingana
con el bolsillo un poco provisto para festejarla debida i chamuscadamente
es que el pobre proletario se desvive i se afana. Si no, no trabajara.
¿Para qué? La zamacueca es el único punto de contacto de todas
las clases de la sociedad, lo único que hai verdaderamente popular. Baila
el pobre como el rico; la dama como la fregona; el roto como el caballero,
con la diferencia sólo del modo. Los rústicos la bailan con un poco de
naturalidad, lo que llamamos a todo trapo, pero así lo hacen todo; cuando
se ríen lo hacen a carcajadas, si lloran aturden, si murmuran descuellan,
si se enojan matan. Las jentes cultas se andan con más tiento en todo.
Ved una linda i apuesta joven que se para a bailarla. Dobla graciosamente
su blanco pañuelo, compónese y desarruga el vestido, echa miradas furtivas
al círculo de espectadores; en un santiamén ha contado los jóvenes que
van a verla bailar, i visto el lugar que ocupa el predilecto. Sus mejillas
se sonrojan, la sonrisa más dulce i más venenosa de que puede disponer
asoma en sus traidores i fementidos labios; principia el canto y se lanza
como un cisne jugueteando en las aguas, como un esquife dorado; las gracias
la acarician i mil amorcillos revolotean ahuyentados por las ondulaciones
que el pañuelo describe; su lindo cuerpecillo va en sus graciosas vueltas
i revueltas haciendo efectivo punto por punto este precioso verso popular,
que es la pintura ideal de la zamacueca La culebra
en el espino Se enrosca
i se desparece, La mujer que
engaña a un hombre Una corona
merece. Mil aplausos la siguen hasta su asiento. ¡Otro i otra!
i me paro yo. Apenas ocupo el centro de la sala cuando ya empiezo a sentir
un hormigueo que me sube de los pies a la cabeza, el placer i la dicha
me rebosan por todos los poros. Tuerzo mi pañuelo, retoco el peinado,
paseo miradas de orgullo i satisfacción por toda la asamblea, clavo los
ojos en la cantora; ¡qué martirio! ¡se ha desafinado la prima! Cambio
de postura, una pierna principia a bailar sola, la traigo arrastrando
a su puesto, miro a mi compañera que ya pone, ya no pone la mano en el
voluptuoso jarrete, las venas se me hinchan, el corazón me late con tal
fuerza que me sofoca; respiro fuego, ¡por fin cantan! i todos los objetos
terrenos se confunden a mi vista. Me desprendo del pavimento, siento que
la sangre se me va a la cabeza, no veo nada, no oigo sino una armonía
lejana, lánguida como el amor feliz, me parece que vago en el espacio
acompañado de una sombra celestial de mujer que revolotea en derredor
mió, que aparece i desaparece a mi vista; como Sancho en el Clavileño,
toco las estrellas, las saco de sus casillas... ¡Eh! pataratas! ¡no valen
un cigarro! Los estrepitosos aplausos me vuelven al mundo, a la realidad,
a la vida material... ¡Dichosos los que ganan su vida bailando la zamacueca!
>> Tres años después Sarmiento publicó "Civilización
i barbarie". Precisamente "la desabrida contradanza, el ajitado
vals i toda esa caterva de insulsas monerías sin sentido" — como
antes decía — eran pasatiempo de civilizados; la zamacueca, de bárbaros...
Ya vimos que en su articulo de 1850 inició el cambio de frente. He aquí,
converso, al vigoroso pregonero de un estrato cultural. Max Radiguet fue narrador romántico de grandes bríos.
Sus aventuras tuvieron lugar entre 1841 y 1845, y nos dejó varias interesantes
descripciones y sagaces comentarios. Traduciré aquí sus párrafos mejores
sobre la danza en Chile. "En Valparaíso, la danza no goza de menos favor
que la música. Por desgracia, se comienza a repudiar allí, como en España,
esos dramas coreográficos en que el juego de la fisonomía y la movilidad
del gesto reemplazan maravillosamente a la palabra. Así, la zamacueca,
danza graciosa y coqueta, se ha visto relegada a las bajas clases de la
sociedad; las pocas damas de mundo que la saben bailar todavía, no confiesan
este talento, y se triunfa con trabajo de la extraña pertinacia con que
ellas disimulan una de sus seducciones. Un coro de voces, un rasgueado
de guitarra, componen la orquesta ordinaria de toda zamacueca". "La bailarina y su compañero se plantan fieramente
uno frente al otro, la mano derecha sobre la cadera. A las primeras vibraciones
de la vihuela, los asistentes entonan una canción semiburlesca. Los bailarines
siguen en seguida el movimiento rítmico, y comienzan una serie de pases;
la bailarina piruetea a menudo con cierta afectación de desprecio; el
caballero combina sus pasos de manera de encontrarse cara a cara con la
bella desdeñosa, y muestra durante este manejo una constancia heroica
que acaba por agradar a ella, pues se humaniza poco a poco y se acerca
a él; pero haciendo un llamado enseguida a todas las fuerzas de su voluntad,
se aleja de nuevo, piruetea todavía y trata de sustraerse al encanto que
la embriaga. ¡Vanos esfuerzos! La pasión la arrastra; un último impulso
la conduce hacia su bailarín como el fierro al imán y deja caer su pañuelo". "Cuando la mujer del pueblo baila la zamacueca,
aporta un calor sin par. Sus movimientos son vivos y alegres, a veces
desiguales como el vuelo de una mariposa, a veces regulares como las oscilaciones
de un péndulo; a menudo ella zapatea de una manera ruidosa y particular,
después, de pronto, la punta de su pie rozando el piso describe curvas
silenciosas". "Esta danza, ejecutada por la dama de mundo, no
tiene nada de que la moral severa pueda ofuscarse. Apenas se ve allí otra
cosa que pasos acompasados con arte, una desenvoltura plena de muelle
flexibilidad, en fin, gestos graciosos y moderados". "En la época del año en que las bellezas de Santiago,
la capital de Chile, vienen a buscar en los baños del mar un alivio contra
los ardores del verano, los salones de Valparaíso presentan una animación
desacostumbrada. Entonces, a las tardes, se siente al piano despedir por
las ventanas abiertas sus notas vaporosas, la danza redobla de ardor;
la atracción del placer prevalece sobre los absurdos prejuicios y la zamacueca
desechada, reaparece tímida al principio, después, en fin, triunfante,
la corona en la frente y saludada por numerosos bravos". Esto nos dijo Max Radiguet. Se ha conservado un programa de baile de 1841 que sugiere
un cuadro de la época: Contradanza - cuadrillas francesas - valse general
- minué para las señoras que no puedan correr el valse general - churre
- otra contradanza, que canten el "Trovador" - Sajuriana - otro
y otra (1) - cuando en cuarto
- un repaso a las cuadrillas americanas - Canción nacional - Samacueca
- Contradanza para descansar". De 1838 es esta referencia de Dumont D'Urville; pero
aparece como nota en el apéndice y suscripta por M. Degraz, acaso un cronista
anterior que yo no he podido hallar: "El gran lugar de reunión de los extranjeros y
del pueblo se encuentra en la chingana... Un estrado [o pista]
más alto que el suelo donde se pasean los espectadores, sirve a los bailarines
que danzan la SAMBANICA nacional al son de cuatro o cinco guitarras acompañadas
por otros tantos cantores gangosos". Por su parte el inglés Thomas Sutcliffe, nos ha dejado
así sus impresiones recogidas durante su residencia en Chile entre 1822
- 1839: Cada chingana "tiene dos o más músicos cantores...;
sus instrumentos son el harpa, la guitarra y el rabel; y como los carros
[?] y las ramadas están generalmente abiertos unos frente a los otros,
su música, si así puede llamarse, es para un extranjero el más discordante
ruido que pueda oirse. Para que el lector lo imagine por sí mismo, alrededor
de veinte o más personas, en un área de unas treinta yardas, cantan o
gritan tan alto como les permiten sus pulmones al son de los ya mencionados
instrumentos; otros tamborilean con las manos en la caja del harpa, mientras
se danza la "Samba queka" u otro baile favorito; éstas
son las diversiones de las gentes bajas". Pues bien; hacia 1825 callan los documentos. Ya no se
menciona la Zamacueca en Chile. ¿Por qué es esto? El clásico memorialista chileno José Zapiola nos va
a prestar aquí indispensable servicio. Dice aludiendo a la Zamacueca:
"Al salir yo en mi segundo viaje a la República Argentina, marzo
de 1824, no se conocía ese baile. A mi vuelta, mayo de 1825, ya me encontré
con esta novedad". Y aunque Zapiola escribe en 1872, es lo cierto que no
he podido hallar documento en que se nombre la Zamacueca antes de que
él se encontrara con la novedad. El mismo Zapiola esclarece enteramente el punto diciéndonos
que desde 1824 hasta 1860, "Lima nos proveía de sus innumerables
zamacuecas, notables o ingeniosas por su música, que inútilmente tratan
de imitarse entre nosotros". La Zamacueca, pues, pasó de la ciudad de Lima a las
ciudades chilenas. Debemos verificar ahora la difusión y culto de la danza
en el Perú; pero antes vamos a verla en Ecuador y Bolivia. En Bolivia y Ecuador. No es imprescindible documentar
la presencia de la Zamacueca en Bolivia; la supondríamos aún cuando nadie
hubiera dejado noticias. Otras circunstancias conviene, en cambio, notar:
la intensidad del culto, por ejemplo, el nombre adoptado, el ambiente
social. Ciro Bayo dice refiriéndose al "caluyo" que
vio en 1897: "Bailase también frente a frente, y tiene muchas
mudanzas y mucho parecido, si no es lo mismo, con la zamba o zamacueca
chilena, que aquí llaman cueca, y es baile nacional por excelencia entre
los criollos bolivianos y peruanos". Noticias sobre la existencia de la Zamacueca en Atacama
nos da en 1871 el ya citado Bresson, en estos términos: "Yo asistí
a uno de esos bailes improvisados en que dos personajes ejecutan una pantomima
expresiva sobre un aire cantado, acompañado de una guitarra y un harpa.
Los asistentes excitan a los danzantes golpeando a compás con las manos
o sobre un objeto sonoro o bien retirando vivamente el dedo de la boca
inflada de aire". Y prosigue: "La Zamacueca o Chileña, así se llama
esta danza, es una verdadera pasión para el pueblo boliviano y chileno,
pero el carácter muy vivo de sus movimientos la ha hecho proscribir de
los salones de la clase rica, que se ha refugiado, para obedecer a las
conveniencias, en la cuadrilla y el vals de Europa". Marcoy la vio en Acopia y en Titicaca [Bolivia] hacia
1850. En cuanto a la primera localidad, recuerda que observó "en
los cabarets a algunos jóvenes de la localidad, arremangados, los sombreros
abollados, en tren de danzar las Zamacuecas, prohibidas a la hora en que
los reverendos padres duermen la siesta". Y de Titicada, dice que
cuando el humor de los convidados lo consiente, las "damas pueden
ejecutar un poco de música y hasta intentar entre ellas una sambacueca
sin contravenir las leyes del decoro o la conveniencia". En cuanto al Ecuador, tenemos las constancias de Charton,
que asistió a reuniones familiares en Quito. Escribe que a las canciones
tristes siguen las alegres y después... "comienza la Zamacueca, que
animada por el ardor natural de los indígenas (2),
se transforma en una danza loca, desordenada, frenética". Y agrega:
"Y no es raro ver un monje olvidar su sotana, o más bien, levantarla
hasta las rodillas, para mostrar con qué gracia y fidelidad ejecuta las
figuras de la Zamacueca". Esto en 1862. En el Perú. Largas décadas corrió la Zamacueca en el
Perú con ese nombre; después adoptó los de Cueca y Chilena. Hoy se denomina
marinera. Ligeramente diferenciada. se baila con tal denominación
en nuestros días, y se recuerda su culto ininterrumpido hasta fines del
siglo pasado. Aquí empieza la caza de los testimonios escritos, gracias
a los cuales iremos penetrando en los pasados tiempos. Fodere Pradier publicó en 1897 un libro titulado "Lima
y sus alrededores". Describe las fiestas populares y en un momento
dice: "Añadid a ésto una orquesta apropiada a las circunstancias,
que ejecuta chilenas y yaravíes — danzas y aires del país — fuertemente
apoyada por los cobres y la caja, y que excita aún más al pueblo ensordeciéndolo".
Y en otro lugar: "La madre, las hermanas, los hermanos, y los que
han sido convidados a esta fiesta monstruosa, se entregan a danzas lascivas
y hacen oír canciones obscenas, hasta que el exceso de bebida los reduce
a silencio. Las danzas ejecutadas en estas circunstancias son la Chilena
y, preferentemente, la Zamacueca. La orquesta se compone de uno
o dos tocadores de bigüela, y de la voz nasal de los bailarines.
Se acompaña el paso de estos últimos batiendo palmas, o bien golpeando
con el puño sobre un cajón al cual se le han desclavado las tablas para
comunicarle más sonoridad. El indio, como el negro, se destaca en la percusión
del cajón, en observar el compás y en entusiasmar a los bailarines".
"La música es siempre acompañada por la voz de las mujeres y después
de cada estrofa los parientes y los invitados repiten en coro el refrán.
Este es el momento en que los movimientos de los bailarines se vuelven
más rápidos y lascivos". "Detalle extraño y que dejará subsistir más de
una duda en el espíritu de los lectores religiosos, poco dispuestos a
creer en el escándalo, es que el cura de la parroquia, que viene de pronunciar
las plegarias de práctica, no retrocede ante la tentación de esas danzas
nacionales más de lo que resiste a la atracción del aguardiente. Así,
no es raro, una vez que su piadoso ministerio ha terminado, verlo echar
a su sirviente con la cruz y el vaso que contiene el agua bendita, arremangarse
decididamente la sotana y, después de haber invitado a una de las indias
presentes a abandonarse con él a las emociones de una Zamacueca
desordenada, ejecutar con frenesí lúbrico movimientos de torso, tan poco
pastorales como es posible, a la vista de su rebaño". El lector porteño acabará por convencerse de que nunca
ha visto bailar una Cueca "en forma". Refieren tradiciones que
el extinto presidente argentino Victorino de la Plaza fue llevado, cuando
visitó la ciudad de Salta, a un lupanar, para que viera el espectáculo
más extraordinario: una pareja que iniciaba la Zamacueca con las ropas
puestas... Saltemos veinte años hacia atrás. En 1877 tendremos
el testimonio de Charles Wiener. Al referirse a las diversiones de los
limeños, dice Wiener que: "Se danza desde el vals hasta la chilena,
el baile de tierra y la zamacueca". Advierte que los
bailarines de la buena sociedad son de una elegancia perfecta y añade:
"Estas danzas, llamadas como en la costa, ya cueca, chilena,
o bailecito de tierra toman en esta ciudad [Cuzco] carácter muy
distinto que en los salones de Lima. Tienen como la vida en general, enteramente
guardado el carácter arcaico de la época en que emigraron de esas regiones
con los españoles, al fin del siglo XVI (3).
He aquí en qué consisten esos pasos a tres tiempos. El bailarín se coloca
frente a la bailarina, y uno y otro agitan su pañuelo o cualquier chal;
después hacen los en avant-deux, el bailarín da vueltas alrededor
de su compañera, que lo evita describiendo graciosas curvas. Estas curvas
se cierran cada vez más, hasta que al fin el bailarín enlaza el talle
de su compañera agitando triunfalmente su bandera. No hay generalmente
más que un par de danzantes por vez". Agrega que los presentes acompañan
con su canto a la guitarra o espineta, y que al final el público se entusiasma
y bate palmas, "tomando por texto los nombres de los dos bailarines
indefinidamente repetidos". Más adelante, al comentar un baile indígena de la sierra,
añade aludiendo a la poca gracia con que lo ejecutan: "Ah! qué lejos
estamos de la cueca, de la chilena, o del baile de tierra,
que tan graciosamente danza la criolla". Después de haber visto bailar la Zamacueca en Lima,
en 1872, André Bresson nos hace de ella una completa y expresiva descripción.
Pero antes nos dice que la coreografía nacional no tiene muchos adeptos
en los salones peruanos, de donde la han desterrado las exageraciones
impúdicas del pueblo. He aquí la descripción: "La bailarina tiene en su mano derecha un pañuelo
desplegado, al cual imprime un movimiento giratorio alrededor de su cabeza,
haciendo, al parecer, un llamado al compañero. Este, las manos en las
caderas o bien agitando también su pañuelo, se acerca con confianza; pero
entonces la coqueta bailarina comienza una serie de piruetas con las cuales
evita las miradas de su compañero, que busca en vano tenerla de frente.
Entonces, simulando indiferencia, él se pone a bailar con ardor por su
propia cuenta; la dama vuelve a su encuentro inmediatamente, zapateando
de una manera obstinada y provocadora, después retrocede y vuelve de nuevo
a reconquistar su prestigio mediante un gran despliegue de gestos graciosos. "El caballero, encadenado de nuevo, imita las flexibles
evoluciones de su compañera y baila con movimientos cada vez más vivos
e irregulares. "A medida que la acción arrecia gradualmente, la
danza toma un carácter extremadamente vehemente, los deslizamientos y
las piruetas dejan lugar a los gestos apasionados. "Los bailarines, la mirada del uno clavada en los
ojos del otro, parecen como electrizados; sin embargo, la mujer, por un
último sentimiento de pudor, ensaya aún firme resistencia, pero está completamente
fascinada. Entonces, vencida, pasmada, desgreñada, jadeante, cae en los
brazos de su vencedor, en medio de bravos frenéticos de los asistentes,
embriagada por esta pantomima, por el alboroto y por las grandes libaciones". Y termina Bresson: "Es inútil, creo, repetir de
nuevo, que ninguna dama de sociedad ejecuta esta danza, y que son generalmente
las cholitas o las abundantes zambas, las apasionadas de la resbaloza
y de la zamacueca". A Bresson le resultó más cómodo redactar sus impresiones
con los textos de viajeros anteriores a la vista. A pesar de ésto, concedo
valor a sus testimonios en cuanto a fechas y lugares. De la década anterior son las referencias de Grandidier,
que publicó en 1861. Su curiosidad nos proporciona detalles. Que la Zamacueca
o Sambacueca está relegada a las bajas clases; que la contradanza la ha
destronado—dice. Que fue a las fiestas de negros con la intención de ver
bailar la Zamacueca. Vihuela, coro de voces estridentes y roncas, palmadas,
mientras una chola golpea una tableta delgada. Y en cuanto a los movimientos
de los danzantes, no quiere hablar por no ofender la castidad francesa... Al promediar el siglo pasado, Marcoy y D'Abbadie nos
dejaron su colaboración. Marcoy que la vio en Arequipa, nos dice: "Bajo
los efectos de la bebida traidora que fermenta bien pronto en sus cerebros,
todos los convidados se levantan. Las guitarras hacen oír su rasgueado
triunfante. Las mujeres desarrugan los volados ajados de sus vestidos,
los hombres despliegan sus pañuelos, la zamacueca llama a los danzantes". Luego se refiere a una tertulia familiar a que asistió
en Lauramarca, en la cual bailaron viajeros y criollas largamente el vals,
pero les pareció monótono y se entregaron a las danzas del país: "...desde
el Maicito hasta la Moza Mala; desde la Zamacueca
hasta el Pajarito, todo el repertorio local, fue pasado en revista"... D'Abbadie, por su lado, insiste en que las limeñas no
quieren bailar sino a la europea y que el vals, la polka y la cuadrilla
han destronado a las danzas nacionales, pero que a veces, de tanto en
tanto, se ejecuta en los salones una Zamacueca. "La Zamacueca, dice, es un baile de dos muy original,
que permite a los danzantes hábiles mostrar su capacidad de expresión.
Empiezan con movimientos de una extrema languidez, agitando un pañuelo
que pasa de una mano a la otra, y cuyas evoluciones significativas unidas
a miradas húmedas acercan a los compañeros que representan dos enamorados.
El aire de la zamacueca, al principio lento y vago, se acentúa poco a
poco y anima a los danzantes que ejecutan fogosamente una pantomima dibujada
por la pasión. La zamacueca es más o menos indecorosa según los actores". Y añade en otro lugar: "el ruido de los besos se
mezcla a los sonidos de la vihuela anunciando zamacuecas descabelladas". Max Radiguet llegó al Perú en el año 1841. Allí estuvo
hasta 1845 y publicó sus recuerdos en 1856. A este interesante escritor
se deben las más bellas descripciones de algunas danzas criollas. A la
Zamacueca dedica buenos párrafos y consideraciones circunstanciales que
conviene traducir. "En cuanto a la coreografía — escribe — no arroja
sino furtivas lumbres: la zamacueca, la resbalosa, la zapatea, y otras
danzas nacionales llenas de carácter, encuentran apenas hoy intérpretes
en los salones. Esto se debe sin duda a las triviales exageraciones que
las bajas clases les han hecho sufrir". Y aquí explica Radiguet sintéticamente
la razón del abandono: "Las jóvenes bailarinas — dice — viendo aparecer
en los labios de los hombres una sonrisa equívoca, han acabado por sospechar
que se atribuía a su inocente pantomima un sentido sospechoso y desde
entonces han debido renunciar a esas ocasiones de producir en público
tesoros verdaderamente incomparables de gracia y de flexibilidad". Un documento anterior nos lleva a cien años de nuestros
días. Se lo debemos a un marino americano, que no dejó su nombre, autor
de "Three years in the Pacific". Estuvo en Lima en 1833 y asistió,
naturalmente, a las fiestas de Amancaes. "En un rancho — dice — estaban dos africanos danzando
la sama cueca con música de un harpa ruda, acompañada por las voces
nasales de dos negras vistosamente vestidas"... Describe minuciosamente
la indumentaria de los danzantes y añade: "La danza consistía en avances y retrocesos del
uno hacia el otro, en rápidos pasitos al compás de la música, y ocasionalmente
ejecutaban los más lascivos movimientos, con gran placer de los que miraban". Ella tenía en una mano un pañuelo blanco que agitaba
siempre y rápidamente en el aire, mientras con la otra sostenía su vestido
atrás". Explica el marino que esta misma danza, ligeramente
modificada se ejecuta en los bailes y en las tertulias, y recuerda finamente
que, maneras y vulgaridad son convencionales en cada país... Manuel A. Fuentes, fue un peruano que publicó en París,
en 1866, su libro Lima, desagradado por las relaciones fantásticas
de los viajeros sobre su país. Dedica un capítulo a sus antiguas danzas
y, aunque no da fecha precisa... ¿a qué época puede aludir? Antiguas
danzas, de treinta o cuarenta años atrás, esto es, de 1830 más o menos. Amancaes, como se recordará, es un lugar próximo a Lima,
campo de las fiestas populares. Fuentes se refiere a ellas cuando dice:
"Los días de gran afluencia, que son ordinariamente los domingos
y los lunes, se encuentran en los ranchos harpistas y guitarristas [.
.. ] se improvisan bailes en los que no se conoce absolutamente la polka
o la mazurka, sino la zamacueca. La zamacueca ha sido una danza
eminentemente popular; hoy que el galope, la polka y el valse vertiginoso
han exilado de los salones aristocráticos al minuet, al ondú y
a la cachucha, danzas favoritas de nuestros padres, la zamacueca
se encuentra también condenada a no aparecer sino raramente en las veladas
íntimas de familia; pero en desquite, reina siempre soberana en las reuniones
de obreros, entre las mujeres de vida alegre y bajo los ranchos de Amancaes". Algunos documentos iconográficos permiten suponer que
la Zamacueca se bailó poco antes en el Perú, acaso hacia 1823. Danzas
análogas fueron descriptas en fecha anterior, pero no con ese nombre.
Los documentos de fines del siglo anterior y los de las dos primeras décadas
permanecen mudos en cuanto se les pide mención de la Zamacueca. EN TORNO AL NOMBRE El nombre de esta danza aparece en los documentos con
numerosas variantes ortográficas: Zamacueca, Samacueca, Sama - cueca,
Zambacueca, Zamba Cueca, Zamba - clueca, Zamba - queka, Samba Cueca, Sama
quaker, Zamacúca, Sambanica. Por otra parte, el juego coreográfico mismo ha sufrido
con el tiempo pequeñas modificaciones en la extensión del texto, en el
número de vueltas o giros, en el movimiento — aquí más rápido, allá más
calmo—, en el ritmo de acompañamiento según el capricho de arpistas o
rasgueadores, en algunos temas mímicos — arrojar el pañuelo al final,
caer de rodillas el hombre, ella en los brazos de él, etc.—; y, en la continuada adquisición de nueva música, han
tenido distinto carácter los diseños melódicos, según la región. Pero aparte de todo eso, la danza, así andariega, desigual,
oscilante, ha cambiado varias veces su nombre. Hemos notado que la llamaron
Zamacueca y todas las variantes; y además Cueca, Chilena, Zamba y Marinera.
He oído decir muchas veces que tales nombres son otras tantas danzas distintas;
conviniendo en que una o más variantes mímicas, textuales o musicales
hayan podido coincidir, a veces, con alguno de los distintos nombres,
quiero documentar la identidad histórica de todos ellos. Zamacueca y Cueca son una misma cosa. Barahona Vega,
chileno, publicó en 1910 un artículo en que se refiere al punto diciendo
que Zamacueca es nombre reservado para los clásicos; que sólo un adocenado
cursilón — son sus palabras se
atrevería a mantener en una tertulia la integridad del nombre; y que sería
apedreado quien dijera zamacuequero en lugar de cuequero.
Cueca es simple aféresis de Zamacueca. Zamacueca y Chilena son una misma cosa. Don Ramón Vial, chileno, publicó en 1882 un artículo
en que decía: "Presentar a la zamacueca como baile peruano es un
error, porque precisamente en el Perú la llaman la chilena".
(Dicho sea de paso, el argumento es ingenuo). André Bresson. que la vio
en Atacama escribió: "Zamacueca o Chileña, así se llama esta danza..."
Y en cuanto al nombre de Marinera, es muy curiosa la razón del cambio.
Abelardo Gamarra, peruano, citado por Mme. d'Harcourt, nos ha dado la
clave en una confesión que publicó en 1899. Dice así: "Sin acuerdo
de ningún concejo de Ministros y después de meditar en el presente título,
resolvimos substituir el nombre de Chilena por el de Marinera". Y
luego añade: "Marinera le pusimos y Marinera se quedó". La causa
del cambio fue que a los peruanos no les hacía gracia que su danza nacional
se llamara Chilena precisamente cuando estaban en guerra con Chile. La
elección del nuevo nombre fue un homenaje a la marina peruana. Todo esto
según el citado escritor. Pero ¿cómo se explica que en muchas partes subsistan
nombres distintos y que los viajeros afirmen que en Perú, por ejemplo,
se bailaban la Zamacueca y la Chilena? Voy a dar una explicación. La Zamacueca es producto del medio peruano. Elementos
coreográficos y musicales preexistentes se asocian bajo este nombre, merecen
favor social y emprenden la migración. En 1824 ó 25 llega a Chile, es
acogida con entusiasmo, se nacionaliza y modifica en parte, y queda el
nombre, por aféresis, reducido a Cueca. La idea de esta simplificación
posiblemente vino del Perú con envíos posteriores, pero no niego que pudo
producirse espontáneamente también en Chile. Nacionalizada en este país la danza peruana, es natural
que se llamara Zamacueca Chilena, Cueca Chilena y, al fin, simplemente
Chilena. El hecho es que la variante chilena de la Zamacueca se difunde
vigorosamente con el nombre de Chilena; pasa a las provincias argentinas,
se mueve hacia el norte, penetra en Bolivia y llega de nuevo al Perú!
Allí se encuentra con la Zamacueca progenitora y alterna con ella hacia
1870. Por eso se nombran juntas poco después de esa fecha. Yo sé que esto parecerá inverosímil, pero no puedo extenderme.
Recuerde el lector que en el momento de redactar estas líneas tengo estudios
completos de todas las otras danzas y que el hecho no es raro en esta
materia. Daré, brevemente, otro caso ilustrativo por su curiosa analogía. La Contradanza llegó a Cuba procedente de Europa décadas
antes de 1800. Se aclimató y por aféresis se llamó Danza. (Recuérdese
Zamacueca y Cueca). Se cultivó en la Habana como Danza Habanera. (Recuérdese
Cueca Chilena). Emigró con el nombre de Habanera. (Recuérdese Chilena).
Y se encontró en Europa con su remota progenitora la Contradanza. Casi
en nada se parecían ambas al cabo de medio siglo de evolución independiente;
además, en este caso, la relación genética fue casi exclusivamente musical,
pues la Habanera adoptó coreografía propia del ciclo de la pareja enlazada. Zamba es el nombre que la misma danza tuvo en el Perú
antes de llamarse Zamacueca. Esto autorizan a creer, por ahora, las pocas
noticias concretas que he hallado y las muchas inferencias que estoy en
condiciones de hacer. Al extenderme aquí, más de lo que pensé, sobre este
punto, me veo obligado a dar nuevas explicaciones. Perú — lo he dicho en la Introducción — es el gran foco
radial de la colonia y del principio de las repúblicas. Virreyes desde
las primeras épocas, y con ellos corte, fasto, movimiento social, música,
danzas. En cuanto a bailes, existió en Lima un poderoso centro de incubación
cuyas actividades decayeron al promediar el siglo. Fuentes nos da noticias
de él en 1866, cuando no es más que un recuerdo. La pasión por la danza, tenía en Lima su servicio autónomo:
los maestros de baile. Fuentes menciona a un célebre maestro negro llamado
Tragaluz, creador de danzas como el Ondú floreado, el Valse
de Aguas, la Cachucha intencional; recuerda a Elejaldo, negro
del todo, especialista en el Vals y en la Zamacueca de sociedad;
cita a Monteblanco, también negro, de maneras distinguidas, tipo correcto,
profesor favorito de las señoritas de Lima y de algunos colegios; al maestro
Martínez, de categoría más elevada, elegante en sus maneras, siempre bien
puesto, profesor de las señoritas de buen tono; a Hueso, al maestro Hueso,
zambo, de pies reumáticos y acción grotesca, que vivió hasta mediados
del siglo o poco más; y por fin, a Navarro, zambo, el último profesor
de piruetas que existe en Lima en el momento en que el autor escribe. Como se ve, las danzas se modificaban y rebautizaban.
Del Ondú, el Ondú floreado; del Vals, el Valse de aguas; La Zamba se concreta en el Perú hacia 1800 y se difunde
luego. Cuando la Zamacueca llega a Chile, en 1824-25, ya se cultiva en
este país la Zamba. La señora Graham la vio en 1822 en Santiago. Escribe: Esto de las "danzas españolas" no debe desviar
al lector. Muchos viajeros llaman, justamente, español a todo lo que estaba
en las colonias o subsistía en ellas. Zamba, Zamacueca y Chilena, se bailaron hasta en la
provincia de Buenos Aires, pero no en los salones de la ciudad capital,
que siempre las rechazaron. Por eso Viera, el famoso cantante argentino,
le decía a un chileno en 1824: "No tengo ganas de ir a Chile sino por bailar una
zamba en el Parral". ("El Parral" era una famosa
chingana chilena de la época"). Ciertamente, la Zamba cultivada en Chile a la sazón,
era recordada en Buenos Aires por quienes la bailaron allá; lo que prueba
su antigua existencia en el país vecino. En efecto, José Zapiola nos da otra vez el dato preciso.
Escribe: "Respecto a bailes de chicoteo recordamos que por los años
1812 y 1813 la zamba y el abuelito eran los más populares;
ambos eran peruanos". Ahora bien; Zamba y Zamacueca, la progenitora y su variante,
se unifican de nuevo en Chile coreográfica y musicalmente. Pero el nombre
de Zamba está arraigado y no cede, sobre todo en las provincias argentinas,
donde sobrevive hasta nuestros días para significar el baile que se llamó
Zamacueca y ahora se llama Cueca o Chilena. Zamacueca y Zamba son una
misma cosa. Gran enemigo de etimologías, quiero decir, sin embargo, que
la voz zamba no tiene relación con sus análogas españolas; rotula
el baile con la conocida acepción de "mujer mestiza", alusivo
a la mujer del pueblo que inspira coplas y estribillos. Baila la zamba y
cómo no se dice en la "Resbalosa". Entre la Zamba criolla y la Zambra española o morisca
hay un abismo. Han coincidido, con todo, en significar espectáculo semejante.
"Danza morisca, música de soplo o silvo", según el inefable
Covarruvias; "banda de músicos y la fiesta en que se tocaba y danzaba",
según Mármol, Zambra fue, acaso, nombre de danza en Méjico a mediados
del siglo XVI, pero ciertamente murió sin consecuencias. Tampoco tiene nada que ver con la Samba brasileña. EN TORNO AL ORIGEN El eterno tema del asedio pasional, representado una
vez más por la pareja criolla en la célebre Zamacueca, ha dejado innumerables
impresiones a lo largo del siglo pasado en los carnets de los viajeros,
en las notas de los historiadores, en las páginas de los cronistas de
recuerdos antiguos. El estudioso contemporáneo puede seguir los rastros
de la vivaz pantomima que chicotea el arpa y rasguean las vihuelas, hacia
el fondo del tiempo, sobre dilatada extensión geográfica. Ninguna danza criolla más rica en referencias. Al promediar
el siglo pasado los datos se acumulan; muchos viajeros comentan su visión
apasionante; pero entrando en las páginas de más antiguos andariegos,
hacia 1820, cesan los apuntes, enmudecen los documentos, se esfuerzan
los notadores de recuerdos, empiezan las conjeturas de los historiadores.
¿Qué ha sucedido? La pantomima de la Zamacueca corre con su música por
casi todo el siglo pasado; pero hoy, idéntica a la de nuestros abuelos,
no se llama Zamacueca. Chilena, Cueca, Zamba, Marinera, se llama, con
una vuelta más aquí, más lánguida allá, o más viva. Antes de 1800 esa pantomima no se denominaba Zamacueca.
Los documentos, al menos, no registran su nombre. ¿Cuándo y dónde las
gentes amasaron sus elementos y bautizaron con nombre tan persistente
y afortunado su índole prolífica? —"Vino del Perú" — escribe en 1882 Arturo
Berutti. "Vino del Perú" — repite Ventura R. Lynch un año después.
¿Hay una tradición oral que consagra su procedencia, o ambos conocen el
libro que publicó una década antes el ingenuo y agraciado señor de los
"Recuerdos de treinta años", don José Zapiola? No. Algunos chilenos no estaban de acuerdo en aquella
época con tal procedencia. Don Román Vial escribió en el mismo año de
1882, palabras que hemos reproducido antes: El licenciado en leyes y ciencias políticas don Benjamín
Vicuña Mackenna (ahora estamos en presencia de un historiador ducho en
el manejo de documentos), interviene aquí resueltamente, también en el
año 1882, diciéndonos: "...la zamacueca no es chilena ni peruana".
Y añade sin vacilaciones: "La zamba-clueca es, como muchos de nuestros
bailes populares, del país de los negros, de la África tropical, tierra
por excelencia de los bailes sensuales y gentiles. Trajéronla a Chile,
primero que al Perú, a fines del siglo pasado [alude al XVIII] los negros
esclavos que por esta tierra pasaban vía Los Andes, Quillota y Valparaíso,
a los valles de Lima en viaje desde los valles de Guinea". Y el bien documentado escritor Barahona Vega, haciendo
propia la opinión de Vicuña Mackenna, considerará en 1910 cosa esclarecida
y resuelta el origen africano de la Zamacueca. Esa afirmación contradice mi tesis de que las danzas
africanas no sólo no han originado ninguno de los bailes criollos sino
que ni siquiera han dejado vestigios de formas negras en ellos. Pero Vicuña
Mackenna es historiador de copiosa obra y su opinión está robustecida
por el prestigio de su firma. Veamos en qué se funda. Pues se funda en la descripción que un viajero francés
hace de una danza que en 1813 vio ejecutar en Quillota con expresa constancia
de que fue introducida en Chile por los negros de Guinea. Verdad es que
la danza no se llamaba Zamacueca sino "lariate", pero la descripción
minuciosa de su mímica convence a Vicuña Mackenna de que se trata de nuestro
baile criollo. Vamos a la fuente. El viajero francés a que alude el
historiador chileno, es Julien Mellet, insigne andariego. Publicó en 1823
su "Voyages dans l'intérieur de l'Amérique". ¿Qué dice de la
danza que vio en Chile? Esto: "La pasión por ella es tan viva y general, que hasta
los niños la ensayan tan pronto como pueden tenerse sobre los pies. "Esta danza tiene lugar al son de la guitarra y
las voces. Los hombres se colocan cara a cara con las mujeres, y los espectadores
forman un círculo alrededor de los danzantes y de los instrumentistas;
uno de esos espectadores o de esos danzantes, canta una canción, cuyo
refrán se repite y a continuación se baten palmas; todos los bailarines
tienen los brazos semilevantados. saltan, dan vueltas, hacen movimientos
hada atrás y adelante, se aproximan a dos pies los unos de los otros,
y retroceden a compás hasta que el sonido del instrumento o el tono de
las voces les advierten que deben aproximarse de nuevo. Entonces se golpean
el vientre los unos contra los otros tres o cuatro veces seguidas. y se
alejan después haciendo piruetas para recomenzar los mismos movimientos
con gestos muy lascivos e indecentes, regulados por el sonido de los instrumentos;
de tiempo en tiempo se entrelazan los brazos y hacen muchas vueltas persistiendo
en golpearse el vientre y dándose besos. pero sin perder el compás". Tal es la descripción que hace Mellet del "lariate";
Vicuña Mackenna cree que es la Zamacueca y en eso funda la procedencia
africana de nuestra danza. Sin embargo, al revisar los libros de viajeros anteriores,
aparece algo que incuba sospechas. Es otra descripción de una danza llamada
"Calenda" vista en Montevideo por Anthony Helms. El viajero
inglés publicó sus andanzas en 1806, diecisiete años antes que Mellet,
y algunas de sus expresiones coinciden con las del francés de manera un
poco inquietante. Escribe Helms: No se puede hablar de un plagio. Aunque coinciden casi
literalmente algunas frases, la descripción de Mellet es más extensa que
la de Helms. ¿No habrá una fuente anterior de que han tomado ambos? Es
necesario seguir buscando. Y daremos al fin con la "Histoire d*un voyage...".
de Antonio Joseph Pernetty. Esta es la fuente. El ilustre publicista francés
pasó por Montevideo a fines de 1763 y dice que vio bailar allí una danza
africana. La describe con palabras semejantes a las de Julien Mellet. Esta es la descripción de Pernetty. Se comprueba así
que la danza africana que los esclavos habrían llevado a Quillota, y que
según Vicuña Mackenna es la Zamacueca, se ubicó en Chile a consecuencia
de un plagio: Mellet copió a Pernetty íntegramente la descripción
de la Calenda uruguaya. Comprobada esta traslación geográfica de origen libresco,
el investigador se torna desconfiado. Pernetty no fue un santo. También
nos dijo que había visto los bailes de sociedad en Montevideo y luego
resultó su texto el mismo que Frezier publicó cincuenta anos antes como
consecuencia de sus observaciones en el Perú. ¿Tomó Pernetty su descripción
de algún viajero anterior? Hay que proseguir la búsqueda. Con buen suceso, naturalmente. Porque en la "Histoire
General des Voyages", editada en 1746-61, t. XV, p. 435, volvemos
a encontrar otra vez la descripción de la danza negra textualmente: La danza—se dice en la "Histoire"—"..
.qui leur plaít le plus. et qu'ont croit venue du Roíaume d'Ardra sur
la cote de Guiñee, se nomme le Calenda. Les Espagnols l'ont apprise des
negres et la dansent comme eux dans tous leurs Etablisemens de l’Amérique..
." Y así continúa idéntica, inclusive aquello de: "Tous les
Danseurs tiennent les bras á demileves, sautent, tournent, s'approchent
a deux ou trois pieds les uns des autres et reculent en cadenee...",
etc. Y aquí viene lo sorprendente. Según la "Histoire...",
esta danza africana no se halla ni en Chile, como decía Mellet, ni en
Montevideo, como afirmó Pernetty; se bailó... en las Antillas, en Santo
Domingo! Pero la "Histoire General des Voyages*' no contiene
narraciones originales; es una selección pintoresca de viajeros anteriores,
de modo que es necesario continuar buscando la fuente primitiva. Hasta que hallamos en "Nouveau Voyages...",
etc. del padre Labat (La Haya, 1724), la primera versión de la famosa
danza africana, que el autor vio en Santo Domingo allá por el año 1698:
"Celle qui leur plaít davantage, & qui leur est plus ordinaire
est le calenda, elle vient de la Cote de Guiñee, & suivant toutes
les apparences du Royaume d'Ardra. Les Espagnols l'ont apprise des Negres,
& la dansent..." etc. Textualmente, no hay por qué reproducir:
"lis sautent, font des virevoltes, s'approchent a deux ou trois pieds
les uns des autres, se reculent en cadenee...", etc. Sólo en algunas
palabras se diferencian los extensos textos. Una duda nos queda: ¿será el padre Labat el primero
que la vio y describió con palabras que han merecido los honores de tan
persistente hurto? He buscado en libros anteriores sin hallar nada. Resulta, pues, que las danzas se difunden por los países
de dos maneras: a través de los campos y a través de los libros. Esta
impresionante danza africana que vio el padre Labat en Santo Domingo,
fue conducida por Pernetty a Montevideo, reeditada en el lugar por Helms,
y trasladada de ahí a Chile por Mellet. En los libros ha saltado casi
el continente entero en cien años. Luego Vicuña Mackenna la recoge en Chile del libro de
Mellet y la considera precursora de la Zamacueca para afirmar, siguiendo
al viajero francés, que la danza criolla tiene su origen en el país de
los negros. Cabe, sin embargo, una pregunta: ¿qué es lo que vio
Mellet en Chile? Yo no creo que este viajero se haya apropiado sin algún
motivo de esa página de Pernetty - Helms -Histoire - Labat. Mellet vio
algo, y eso, en mi opinión, fue alguna de las danzas criollas que se cultivaban
en aquella época. Vagos sus apuntes, borrosa la memoria del espectáculo
diez años después, al publicar, Mellet creyó encontrar en el relato de
Pernetty el mismo baile que vió. Intencionalmente modifica algunos detalles
para que coincida la descripción que está copiando con sus notas y recuerdos:
cambia el nombre; en lugar de "instrumentos y voces" dice "guitarra
y voces", etc. ¿Que algunos pormenores no coinciden con los de las
danzas criollas? Mellet no lo advirtió. El mismo Vicuña Mackenna, que
las observó toda su vida, cree hallar el baile criollo en la descripción
de la vieja danza negra de Santo Domingo. Y Barahona Vega, chileno también,
que cita y aplaude a Vicuña, cae en la misma confusión. ¿Qué tiene de
extraño que Mellet, extranjero y de paso, creyera que copiando el relato
de Pernetty se economizaba la redacción del cuadro de un baile criollo? Lo único grave que hay en la historia de este plagio,
es que la procedencia africana, lógica en 1698 y en Santo Domingo, ha
corrido adherida a la narración hasta Chile en 1813. Sin embargo. Vicuña Mackenna añade que antes de 1824
— en que según Zapiola habría venido del Perú — fue vista por Mrs. Graham
en Chile. No. Lo que vio la vivaz inglesa es la Zamba, no la Zamacueca;
y no hay que olvidar que en aquella lejana época, esos dos nombres representaban
danzas análogas, pero independientes. Más tarde, ambos bailes se identificaron
totalmente, según hemos visto en el capitulo anterior. Queda así destruida la idea de que la Zamacueca llegó
a Chile llevada por los esclavos negros. FORMA La popular danza criolla se baila con gran entusiasmo
hasta hoy. Yo la he visto en el norte y oeste argentino y he reconocido
en ella a la que los viajeros vienen describiendo desde hace más de un
siglo. Hay, pues, tradición ininterrumpida, y no es temerario suponer
que la forma o formas actuales son idénticas a las tradicionales, o muy
semejantes. He visto en Jujuy hasta veinte parejas alineadas, al
aire libre; pero la acción los agrupaba en cuadros de dos parejas. Si
quedaba una pareja aislada excedente, los dos bailarines actuaban como
si no existieran los demás. Los movimientos de la Zamacueca (hoy Zamba, Chilena
o Cueca) se explican y comprenden muy fácilmente siguiendo la disposición
estrófica de la poesía. Veamos algunas variantes recogidas por mí. He aquí una de Jujuy, que tomé al señor Juan P. Alvarez: ADENTRO:
1. Al tiempo de ausentarme del
bien que adoro, robé
un beso a sus labios y
ese beso es mi tesoro; robé
un beso a sus labios y
ese beso es mi tesoro. 2. Ella
anegada en llanto "mira—me
dijo—, si
tú por mí suspiras yo
por ti lloro y me aflijo; si
tú por mí suspiras yo
por ti lloro y me aflijo". AURA:
3. Lai-la-la-ra-la-lai-la, lai-la-la-rai-la. —"Si
tú por mí suspiras yo
por tí lloro y me aflijo". Pues bien; a la primera estrofa corresponde una vuelta
redonda; esto es, cada bailarín pasa por donde estaban los otros tres
de su cuadro y concluye en su lugar. La segunda estrofa exige media vuelta
redonda, con lo que cada pareja pasa al lugar que ocupaba la otra; y en
seguida media vuelta con el compañero (cambio de sitio). La estrofa final
pide una vuelta entera con el compañero. Al terminar la "primera",
pues, hombre y mujer quedan como al principio, pero en el lugar de la
pareja de al lado. Tan sólo al terminar la "segunda" — que requiere
exactamente los mismos movimientos de la "primera" — los cuatro
bailarines recuperan la posición inicial. Todas las vueltas se hacen hacia
la derecha y el tiempo que sobra, hasta la terminación de cada estrofa,
se invierte en el asedio descripto por ios viajeros. En algunas regiones
el hombre zapatea. Cuando baila una pareja solamente, el juego se reduce
a una vuelta entera, dos medias vueltas en la segunda estrofa y una media
vuelta final, para cada parte. Y no hace falta decir que hoy otras variantes. La forma poéticomusical de la Zamacueca presenta diversos
esquemas según las regiones y aún en el mismo punto. La ley histórica exige que cuando una frase musical
se repita, el verso que le corresponde repita igualmente; pero en la práctica
actual las excepciones son harto numerosas. El tipo más difundido en el
Norte argentino y en Bolivia, es el que acabamos de reproducir. Puede
esquematizarse así: Preludio Adentro: A. B; C, D; C, D. A, B; C, D; C, D. Aura: A, B; C, D. Y sigue la "segunda". Como se ve, sólo tenemos cuatro frases musicales. Los versos correspondientes suelen ser, por lo tanto, cuatro, repetidos de acuerdo al esquema; a veces aparece un texto inconexo en la segunda estrofa y casi siempre los dos primeros versos del "aura" son sílabas o vocalizaciones. En los departamentos centrales de Catamarca y La Rioja, se encuentran formas algo más extensas. Veamos una que tomé en Guandacol (La Rioja) al señor Armando Herrera Robledo. Un estribillo, "la flor, la flor - tuyo es mi amor", va rompiendo la seguidilla: ADENTRO: 1. De la sierra Morena Vienen bajando, la flor la flor, Unos ojitos negros De contrabando, tuyo es mi amor. Unos ojitos negros De contrabando, tuyo es mi amor. 2. Si la sierra te aburre Serrana hermosa, la flor la flor, Deja la serranía Venti a mi choza, tuyo es mi amor. Deja la serranía Venti a mi choza, tuyo es mi amor. 3. Toma este puñalito Abrime el pecho, la flor la flor Ahi verás tu retrato Si está bien hecho, tuyo es mi amor. Ahi verás tu retrato Si está bien hecho, tuyo es mi amor. AURA: 4. Asi es, asi es La Rioja Verde las hojas, tuyo es mi amor. La diferencia es apreciable. Mientras en la jujeña el ¡Aura! enarbola la tercera estrofa, en que no se repiten los versos tercero y cuarto, en la riojana corre la tercera estrofa con repeticiones y la exclamación terminal aparece presidiendo un pareado. En cuanto al baile, tenemos vuelta entera al empezar, dos medias vueltas, una al empezar cada estrofa subsiguiente, y otra media vuelta en el pareado final. En Chilecito y en Villa Unión observé una variante aún más larga. Se producía por la repetición de los dos versos iniciales: Preludio Adentro: A, B; A, B; C, D; C, D. A, B; C, D; C, D. A, B; C, D; C, D. Aura: A, B. En otros lugares no se repite verso alguno y falta el pareado, con lo que el texto queda reducido a doce versos. Hay otros tipos. Por otra parte, la impresión fonográfica comercial exige mayor duración para llenar el disco, y asi son retomados por el pueblo. La Zamacueca, tal como la conocemos en la República
Argentina a través de los profesionales o ejecutada en las reuniones criollas
y por el pueblo andino y norteño, es pálida e inanimada por insuficiente
comprensión del argumento pasional. Bailada en el norte por descendientes
de los aborígenes, puros o mestizos, resulta francamente inexpresiva y
sin gracia. Las vueltas se realizan automáticamente, y en momento alguno
se advierte el conflicto amatorio que con expresiones tan vivas han descripto
los viajeros. Acaso haya alguna exageración en las descripciones; pero,
en todo caso, no mucha: al llegar a Bolivia, el viajero moderno se encuentra
con el asedio amoroso intenso y cálido, y nota, sobre todo, la intención
en el bailarín, la noción precisa de lo que busca y quiere. La mujer también
sabe que bailar la Zamacueca no es dar tres vueltas, y comprende y realiza
el argumento. Me aseguran que en Chile el conflicto es aún más apasionado
y vehemente. Por mi parte, puedo decir que he visto bailar la Zamacueca
a un boliviano que estuvo ocho años en Chile y la aprendió allí. Lo distinguí
entre todos. Aun cuando se trataba de una reunión de las mejores familias
del pueblo, el hombre arremetía contra la dama con sin igual calor. Ella,
una eximia bailarina, contenía hábilmente sus arrestos, y pude ver cómo
en una ocasión el galán, agitando abajo el pañuelo — no puedo decirlo
con otras expresiones—, arreaba materialmente a su compañera a lonjazo
limpio...
(1) El "otro
y otra" del texto indica que la primer pareja de la sajuriana debe
ser reemplazada por otro bailarín y otra dama. (2) Por
"indígenas" debe entenderse aquí las gentes del lugar, los criollos. (3) Wiener no
habría podido documentar esa afirmación.
|