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El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina

 

Las Danzas Primitivas

El Gato

Vieja danza criolla, viva hasta nuestros días. Ágil, graciosa, gentil, tiene, como muchas de las que le disputaron el apisonamiento del suelo campesino, un siglo de historia documentada.

HISTORIA

Cuando el historiador desea sobrepasar el alcance de las memorias vivas, puede hallar en la importante monografía de Ventura R. Lynch (1883), el panorama del año 80 en la provincia de Buenos Aires. En este registro del cancionero gauchesco, el Gato figura en primer término. De su popularidad nos da una idea con la siguiente frase: "Creo que no existirá un gaucho que no sepa por los menos rascar un gato". Luego describe su desarrollo.

Un año antes, en 1882, hallaremos las noticias del primer ensayista de los bailes criollos, don Arturo Berutti. La monografía de Lynch, simple descripción de lo que vio — excepto en la parte histórica — puede ser incompleta, pero inspira confianza. Además tiene el singular mérito de haber sido concebida cuando empezaban a llegar a nuestro ambiente ilustrado las primeras noticias de esa especie de hallazgo de los cancioneros populares, tan fecundo, en Europa, en sociedades de folklore. Y aun es posible que Lynch se haya anticipado por su propia cuenta. Un ensayo, en cambio, por cuanto requiere una gran información general, método y criterios científicos, es cosa más seria y difícil. Berutti lo emprendió (precisamente cuando Lynch ordenaba sus originales y artículos anteriores) con toda resolución, pero sin las nociones indispensables que, por otra parte, nadie poseía a la sazón en Buenos Aires. Berutti establece relación genética entre el Gato y las primitivas danzas en corro de los indígenas chaquenses o pampeanos. Esa relación es inadmisible.

Don Alejo González Garaño me ha facilitado un curioso librito de costumbres bonaerenses, en discretos versos, editado en 1878, que contiene cuadros, cuentos, epigramas y un "drama en un prólogo y dos actos". Figura en primer lugar un cuadro titulado "El Baile". El autor describe la habitación, los muebles, la concurrencia; destaca el nombramiento del bastonero, que actuará luego como director de la fiesta, y al aludir al Gato con que se inicia el baile, reproduce unas coplas con estribillo, indicando, en nota al pie, que son populares. Me interesa reproducirlas en parte:

El árbol del cariño

tiene dos ramas,

una de fruta dulce

y otra de amarga.

Ay! de la infeliz niña

ay! de la infeliz

que salió atrás del horno

y se hizo perdiz.

Que veni, vení, veni

toma pa tu caldo ají.

El estribillo de la otra copla dice:

Vuela la infeliz madre

vuela la infeliz

buscando la pollita

que se hizo perdiz.

Que veni, etcétera.

Algo más antigua es la cita — reproducida al tratar la zamacueca — que nos ha dejado Giovanni Pelleschi, autor de "Ocho meses en el Gran Chaco de la República Argentina", suscripto en 1880. Pelleschi vio en Humaitá (Paraguay) un negocio llamado "Baile, almacén, restaurant de la marina, sala de billar y café". Nada menos. "Aquí — cuenta — debe Vd. tomar parte en una cuadrilla francfesa, o en un schottische waltz [?] milanos, o en el gato o la zamba nacionales. .."

Lo que los viajeros no comprendieron nunca fue la costumbre criolla de bailar en los velorios. Por eso, entre sus exclamaciones de asombro nos dejaron algunas referencias útiles.

Aurignac cuenta que, después de una larga canción "comienza el baile y cada gaucho se entrega con su bailarina a las más fantásticas evoluciones alrededor del lecho fúnebre del ángel..." "Dos parejas danzaban el gato, especie de giga nacional, con un irresistible frenesí; la violencia del alcohol de grano parecía llevar su exaltación al paroxismo." Esto vio Aurignac en la provincia de Buenos Aires. Publicó en 1877.

Y Armaignac, que también asistió al velorio de un angelito en Tandil (Buenos Aires), por el año 1870, se asombró al ver que "los jóvenes danzaban, al son de una mala guitarra, el gato o el triunfo". "Esta es, como se ve, una singular manera de velar al muerto", agrega. Y luego: "Hacia los catorce o quince años, el gaucho es ya casi un hombre; es serio, sabe tocar la guitarra y danzar un gafo o un triunfo; se arriesga a hacer una improvisación poética o a dirigir una frasecita galante".

Córdoba fue baluarte del Gato. Allí lo vio Hutchinson en 1863. "Las danzas aquí — escribe — son "El Gato", que se ejecuta con castañeteo de los dedos imitando las castañuelas españolas..." etcétera.

Y se mostró con el pudor más bella

y ambos salieron a bailar un gato.

escribe Manuel Ortega en su leyenda "El Gaucho" (1863). Y la llamada al pie de la palabra gato, explica: "Baile de la campaña".

Mantegazza, a cuya publicación de 1858 hemos aludido antes, lo cita entre los bailes que integran el repertorio de los gauchos entrerrianos.

Strain se refiere a esta danza, que vio en San Luis el año 1849, en estos términos: "La música era una guitarra frecuentemente acompañada por la voz y las danzas consistían en minuetos [etc.] y ocasionalmente la Sama Cueca nacional y el Gato".

Desde 1841 hasta 1859 duraron los viajes que V. Martín de Moussy hizo por nuestro país. Tuvo oportunidad de conocer las danzas criollas, y así nos dice que "en alguna casa un poco grande, la guitarra de sonidos chillones, agrupa a los aficionados a la zambacueca, el gato, el cielito, etc., danzas todas para dos, tres o cuatro personas, hoy abandonadas en el litoral, las cuales sin embargo son muy graciosas y se ejecutan perfectamente".

En un artículo publicado en "La Prensa" (1), don Manuel Bilbao nos ofrece la más antigua referencia local del Gato. Describe la famosa fiesta con que Rosas obsequió a Estanislao López en "Los Cerrillos" el verano de 1820-21 después del pacto de Benegas, y añade que "terminado el Pericón, don Juan Manuel, en medio de la expectativa general, tomó una guitarra en la que punteó un gato". Asegura Bilbao que Rosas presentó a López una criollita llamada Nicolasa, invitándolo a bailar. López lució singulares habilidades y "terminó el baile con una figura de punta y talón, que fue la novedad de aquella memorable fiesta".

No hay constancia escrita de este hecho; pero don Manuel Bilbao me aseguró particularmente que dan solidez a esta versión los testimonios coincidentes de varios testigos presenciales que él conoció y trató personalmente.

Tenemos, pues, documentada la difusión de esta danza, de Buenos Aires al Paraguay y de Cuyo a Jujuy, pero no fuera del país. Esto es raro.

Quien recuerde la dispersión de las danzas que hemos estudiado, creerá, conmigo, que además de raro es inverosímil. Hemos visto que, en general, las danzas y canciones más antiguas vienen del Perú. Y esta trayectoria no está determinada por el azar, sino que obedece a un estado de cosas político y social comprensible mediante la noción de que Lima es el más poderoso foco radial sudamericano de la Colonia. El itinerario principal de su influencia es Lima-Santiago de Chile-Buenos Aires. El general San Martín lo ve muy pronto;

sabe bien que el sendero que nos dará el predominio es, a la inversa. Buenos Aires- Santiago de Chile-Lima, y él mismo, al inaugurar el trayecto triunfal, lleva consigo, como símbolo de ineludible trabazón de fenómenos, varias danzas (el Cuando, el Pericón, etcétera) que va imponiendo a su paso.

A mi parecer, el Gato tiene, como las otras danzas, mayor difusión continental.

Un cambio de nombre, o una adopción parcial del antiguo nombre, tan frecuente en las danzas, ha aislado documentalmente al Gato en la Argentina; pero tenemos elementos para identificarlo en otras regiones, gracias a la per­sistencia de sus nombres anteriores, o partes de él.

Efectivamente, el Gato se llama en Buenos Aires, además, "Perdiz" y "Mis-mis". Jorge M. Furt ha esclarecido este punto en su "Coreografía Gauchesca" p. 43, con fundamentos satisfactorios. Casi con seguridad esos tres nombres proceden del célebre y difundido estribillo en que se encuentran los tres:

Salta la "perdiz",

madre, salta la infeliz;

que se la lleva el "gato",

el gato "mis-mis".

Prosigamos, entonces, ya que el desdoblamiento de nombres abre nuevos cauces a la búsqueda.

La presencia en Chile de una danza llamada "la perdiz" está bien documentada.

Un viajero norteamericano que estuvo en Colina en 1832 nos dejó una descripción bastante amplia de "la perdiz" con relaciones!

Después de explicar el "Cuando" dice el viajero:

"Hay otra danza llamada "la perdiz", que algunas veces sigue al "cuando", y ocasionalmente toma su lugar. Se ejecuta con acompañamiento de palmadas a compás y cantando los siguientes versos con un aire vivo:

"Hay! de la perdiz, madre,

Hay! de la perdiz,

Que se la lleva, el gato,

Y el gato — mis, mis —

Ven acá, ven acá, mis, mis"

(En el original inglés estos versos y los que siguen están escritos en castellano).

¿Quién no reconoce, en estas coplas, variantes muy aproximadas a las propias del Gato argentino?

Para mayor abundamiento llamo la atención sobre este hecho: el verso Ven acá, ven acá, mis mis, está fuera de la cuarteta y parece uno como subestribillo; y Lynch nos dice que una pequeña variación punteada, especie de interludio, en el Gato bonaerense, se llamaba el "vení". Todo parece indicar que ese subestribillo, visible también en la versión bonaerense que hemos dado, se cantaba unas veces y otras se punteaba simplemente.

Prosigue el viajero:

"El paso es semejante al exhibido en el "cuando". (Entiéndase que el parecido se establece con la parte viva de esa danza). "Cuando las líneas precedentes han concluido, los bailarines se paran uno frente al otro y la dama repite una estrofa de memoria, como sigue:

"Tengo una escalerita

llena de flores,

Para subir al cielo

De mis amores."

"El coro se repite entonces con la danza y flamean los pañuelos. Cuando cesa, el caballero debe contestar a la dama con una estrofa apropiada de algún poeta, o improvisar para el caso. Esta alternativa de danza y recitación continúa hasta que la dama ha agotado su memoria, o hasta que ha repetido [dicho] seis u otro estrofas". Etc.

Esto vio el norteamericano en una tertulia de la buena sociedad chilena. Una vez más podemos comprobar que las danzas "del gaucho" fueron bailes aristocráticos. En este caso es el Gato con relaciones, que en Chile, como en la provincia de Buenos Aires, se llamó también "la Perdiz".

Barahona Vega ha encontrado en un periódico chileno del año 1828 otra mención concreta. En este periódico, "El Hambriento", se alude a personajes de actualidad (el "tribuno", don Martín de Orjera) y a bailarinas famosas (Pancha Luz), con motivo de la supuesta formación de una "chingana" en que actuarían esos personajes. Y exclama el articulista: "¡Vaya, que una "sanjuriana" o la "perdiz" bailada por el tribuno, bastón en mano y guarapón en cabeza, no dejará que desear..."

Dijimos que la danza se llamó en Buenos Aires (provincia) Gato, Perdiz y Mis-mis. Pues bien; Lafond, viajero francés que publicó en 1844, nos dice que en Arequipa (Perú) se bailaba una danza llamada "Mis mis" hacia 1825. Estas son sus palabras: "Después de los cantos patrióticos, uno de los oficiales toca la guitarra; en fin, se termina por bailar algunos boleros, el guachambé, el ondú y el mis mis, danzas de carácter, muy conocidas en la América española".

Recordemos ahora los versos de "Aniceto el Gallo", citados por Furt:

"De balde el gato mis-mis

lo baila, es más volvedor."

"Gato mis-mis", todo junto. Tomemos nota.

Ricardo Palma, gran buceador de archivos y cronicones conventuales, empezó a escribir sus famosas "Tradiciones peruanas" allá por los años 1867-1868. Aparte su interés literario, ¿qué valor tienen como testimonio de sucesos mucho más antiguos? Yo creo que muy poco. El mismo Palma confesó varias veces que había en sus narraciones "algo de mentira y tal cual dosis de verdad"; que recurrió "a las galas de la fantasía"; que "más que al hecho mismo, debía el escritor dar importancia a la forma"; etc.

No resisto, sin embargo, al deseo de reproducir un fragmento de cierta tradición cuyos pormenores nos interesan;

procure el lector estimar lo que pueda atribuirse a la fantasía de Palma:

"Cura de San Juan de Lurigancho [Perú] por los años de 1780 era Fray Nepomuceno Cabanillas, religioso de la orden dominica y fanático como un musulmán. Ejercía sobre sus feligreses una autoridad más despótica que la del soberano de todas las Rusias, y un mandato suyo era tanto o más acatado que una real cédula de Carlos IV. Prohibió bajo pena de excomunión, que en su parroquia se bailasen... [da el nombre de varias danzas]; y por empeño de una su confesada, chica de faldellín de raso y peineta de cacho con lentejuelas, consintió en tolerar el agua de nieve, el gatito Miz-miz y el Minué".

¡El "gatito miz-miz" en Perú hacia 1780! Crea o no el lector; yo espero que mi búsqueda de documentos lo confirme. El hecho indudable es que una danza llamada así se bailó en el Perú en épocas muy lejanas. Acabamos de ver que Lafond vio el "mis-mis" en Arequipa hacia 1825; no debemos, pues, llevar nuestro excepticismo al extremo de pensar en que Palma inventó ese nombre. Por otra parte, todo lo referido cabe justamente en el cuadro de mis demostraciones: el Gato, danza del gaucho y del montañés argentino, fue baile de salón aristocrático y vino del Perú.

FORMA

Es inútil querer hallar una forma coreográfica general y única del Gato. Tanto las versiones que he anotado como las descripciones que he leído, están desacordadas entre sí. No puedo, sin embargo, excusarme de dar algunas, y esto haré empezando con una versión Jujeña tomada por mí, coincidente con varias de las que se han dado:

PRELUDIO

ADENTRO: 1 —   Antenoche a la prenda

de mis desvelos,

antenoche a la prenda

de mis desvelos,

la vide andar con otro,

paciencia la cielo,

la vide andar con otro,

paciencia al cielo.

2—     ZAPATEO

3—      Tiene la vida mía

un diente menos.

4—     ZAPATEO

5—AURA: Por ese portillito

nos entendemos.

 

1 — A la cuarteta inicial (con los versos repetidos de dos en dos) corresponde una vuelta entera, y, al terminar, paseo en el sitio. 2 — Cuatro frases musicales, sin texto, o rasgueo de duración imprecisa, para el primer zapateo. 3 — Dos versos de una nueva cuarteta: media vuelta. 4—Repetición de las frases musicales para el segundo zapateo. 5—(¡Aura!) Dos versos restantes de la segunda cuarteta: vuelta individual en el sitio.

La "segunda" repite íntegramente estos movimientos. A don Ángel Prudencio Miranda tomé en Belén (Catamarca) la siguiente variante:

ADENTRO: I—     La sotana de un cura

Se deshilacha

Lo sotana de un cura

Se deshilacha

Por los ojitos lindos

De una muchacha

Por los ojitos lindos

De una muchacha

2—     ZAPATEO

3—      Antenoche pasiando

Perdi el sombrero

4—     ZAPATEO

5—      Bien hecho que lo pierda

Por pasiandero

Por pasiandero.

Añade, como se ve, un verso al final. Menos común es la disposición del texto que tomé al señor Fermín Francisco Morales en La Rioja:

ADENTRO: I—     Del infierno adelante

Doscientas leguas

Del infierno adelante

Doscientas leguas

He de hacerle el rancho

Para mi suegra

He de hacerle el rancho

Para mi suegra

2—     ZAPATEO

3—      Los gatos de mi casa

Son cazadores

A la orilla del fuego

Cazan carbones

4—     ZAPATEO

AURA: 5—Aura y aura y aurazo

Beso y abrazo.

En el Gato con "relaciones" interviene este elemento extraño después de cada zapateo; y en el Gato polqueado los bailarines danzan tomados, hibridando así una forma típica del antiguo ciclo de las danzas sueltas. En Catamarca obtuve referencias de un "Gato pillado" cuya forma no pude precisar; y anoté un "Gato con zapateo cantado" (en desuso), en el cual se cantaba una cuarteta nueva durante el zapateo.

Apellídanse otros Gatos según la provincia de donde proceden, pero las diferencias no son mayores que las del propio Gato. a secas, consigo mismo.

El Gato recibe, además, el nombre de Bailecito en algunos departamentos provincianos del centro y oeste. No hay que confundirlo con la danza propiamente llamada Bailecito.

 

(1) Junio 12 de 1932. Después en "Tradiciones y recuerdos de Bue­nos Aires", p. 480. Buenos Aires. 1934.

Danzas y Canciones Argentinas - Carlos Vega - Buenos Aires 1936

El Bailecito
El Cielito
El Cuando
El Gato El Pericón
La Mariquita
La Media Caña
La Resbalosa
La Zamacueca Los Aires

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