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Antes de ocuparnos de esta graciosa danza norteña,
debemos reparar en que su nombre, diminutivo del que define al género,
alimenta un equívoco fecundo en confusiones. "Bailecito" es realmente nombre de una danza
criolla actual que reúne cierto número de características formales;
pero conforme abandonamos lo presente y los testimonios seniles, para
hundirnos en el siglo pasado en procura de referencias escritas, el
equívoco alcanza proporciones que demandan especial cuidado. Para mayor
oscuridad, nos consta que esta danza se llamaba antiguamente "Bailecito
de la tierra", — algunos autores escriben, sin el artículo, "Bailecito
de tierra"—designación muy lógicamente aplicable a todas las danzas
criollas, como veremos. Sin embargo, cuando Weddell, en 1846, nos dice que "se
debería hacer un esfuerzo por introducir el bailecito en todas
partes", es indudable que se refiere a una danza determinada y
no al conjunto; pero cuando Bresson, años más tarde, escribe "las
danzas nacionales o bailesitos de tierra', parece que alude a
todos los bailes criollos; y la idea primera torna cuando leemos en
los escritos de Wiener (1875) "cueca, chilena, bailecito de tierra". Es posible
que la designación "bailecitos de la tierra", en armonía con
su estricto sentido, haya sido aplicada antiguamente a todas las danzas
criollas en Perú y Bolivia, y quedado luego circunscripto a la representación
de "una" de esas danzas, proceso que he observado en muchos
otros casos. Lo difícil aquí es saber cuándo "bailecito de la
tierra" empezó a referirse a la danza que estudiamos. Hay que tener
presente también que los viajeros, malos conocedores de nuestro idioma,
pudieron padecer confusión por la amplitud de sentido que tiene la palabra
"bailecito", confusión agravada por el hecho de que no distinguen
unas danzas de otras sino por el uso o ausencia del pañuelo. Tampoco
hay que olvidar que saquean y hasta plagian a los que les han precedido. Esto anticipado, veamos sin más las referencias que
he podido reunir sobre esta danza y sus figuras. Ellas nos ilustrarán
acerca de su respetable antigüedad. HISTORIA El Bailecito merece actualmente muy marcado favor en
las poblaciones menores de Bolivia, de donde seguramente ha llegado
a Jujuy. Allí lo he visto ejecutado hasta por veinte parejas al mismo
tiempo. Usan el pañuelo desde el principio hasta el fin y no se zapatea. De su anterior existencia en Lima y Cuzco nos da noticias
Charles Wiener, que visitó esas ciudades en 1875. Refiriéndose a las
diversiones de los limeños, dice: "Se baila desde el vals hasta
la chilena, el baile de tierra y la zamacueca ...
Más adelante, al comentar un poco gracioso baile indígena de la sierra,
añade: "¡Ah! qué lejos estamos de la cueca, de la chilena
o del baile de tierra que tan graciosamente danza la criolla!" Aludiendo después a los bailes que vio en el Cuzco se
expresa así: "Estas danzas, llamadas como en la costa ya cueca,
ya chilena, ya baile o bailecito de tierra,
toman en esta ciudad modalidad muy distinta de la que tienen en Lima".
Agrega el viajero que estos bailes guardan el carácter arcaico de la
época en que emigraron con los españoles, al finalizar el siglo XVI,
lo cual, es mucho decir, aunque no sea inverosímil. Luego describe una danza, pero no dice cuál de ellas,
aunque la descripción, por su vaguedad, se aviene con cualquiera de
las tres mencionadas. Y añade, con cierta ironía, que luego "bosquejan"
valses, polkas y mazurcas, "recuerdos muy lejanos de las danzas
que nosotros llamamos así. He visto ejecutar — concluye — una danza
que se llamaba cuadrilla, pero no he podido comprender sus figuras". Andró Bresson, que viajó por América desde 1870 hasta
1877, dice que en Solivia, como en el Perú, "las danzas nacionales
o bailesitos de tierra son ejecutados por una o dos parejas de
bailarines". Me parece que Bresson leyó a Weddell, lo que no importa
desconocer su testimonio. Un cuadro singular debemos a Carlos Waiker Martínez.
El 20 de marzo de 1875 los revolucionarios incendiaron el palacio de
Gobierno de La Paz, y al reflejo de las llamas, "en medio de numerosos
cadáveres", "bailaban los oficiales y amigos entre sí bailecitos
de la tierra..." En Chiclayo, Perú, Ricardo Palma anduvo de holgorio.
Fue en 1867. "Poco de piano y mucho de guitarra, nada de vals,
polcas, dancitas, ni cuadrillas; baile de la tierra, baile criollo,
nacional purito". (Reparemos que en este caso y en el anterior
los escritores parecen aludir a todas las danzas y no a la que se distingue
con el nombre de Bailecito). El doctor H. A. Weddell, miembro de la expedición de
Casteinau, es más explícito. Lo vio en 1846, en Tarija, con motivo de
un bautismo en cuya fiesta se bailó hasta las madrugada. "El habitante
tranquilo que hubiera pasado, al salir el sol, junto a las ventanas
de esta capilla improvisada [la del bautismo], acaso hubiese podido
reconocer aún, en los sones expirantes de una guitarra, el aire de uno
de esos pasos nacionales llamados bailesitos, el reinado casi
absoluto de los cuales no ha venido a turbar danza alguna importada
a los salones de Tarija". Días después, Weddell asistió a un gran baile que el
comandante militar ofreció al presidente, también en Tanja. La fiesta
empieza y se mantiene consumiendo cuadrillas, valses y contradanzas.
"Más tarde les llegó el turno — dice el viajero — a los bailesitos,
donde figuraron particularmente los danzantes que hasta entonces no
habían desempeñado sino un papel puramente pasivo. Lo que yo vi esa
tarde — añade Weddell — me convenció de que se debería hacer un esfuerzo
para introducir el bailesito (1)
en todas partes, desde que él permite a todos los jóvenes reunidos tomar
al menos una pequeña parte", etcétera. El mismo doctor Weddell hizo después un nuevo viaje
a Bolivia y asistió en La Paz a un baile. Fue en 1851. Yo me preocupo siempre en citar los bailes europeos
que alternan con los americanos, precediéndolos generalmente, porque
así resulta visible esa lucha secular entre dos generaciones de danzas,
que terminó en los salones urbanos con el desplazamiento de los criollos.
El que describe Weddell empezó con una cuadrilla. "Luego comenzó
— dice — una nueva face del baile: las danzas nacionales o bailesitos
fueron introducidas. Estas no tienen verdaderamente mérito sino cuando
son bailadas en caliente, si puedo decirlo así — añade el viajero. Tienen
entonces cierto lenguaje que en vano se buscaría cuando los danzantes
tienen la cabeza fría y reposada". (El expedicionario francés alude
al calor de la embriaguez que las libaciones producían en aquellas fiestas;
hecho corriente, según numerosos testimonios). "Nuestra orquesta militar tocaba admirablemente
los aires de bailesitos — escribe, y agrega: "El tic-tac
del tambor, cuyos palillos golpean alternativamente en la madera y en
el parche, les daba una animación inimaginable. En fin, las coplas que
uno de nuestros músicos cantaba al mismo tiempo, aunque no fueran de
las más castas, no dejaban de ser bastante picantes". "Los bailarines no son ordinariamente más que dos
o cuatro por cada bailesito, pero no son ellos los únicos que
toman parte. Llega un momento (se llama este pasaje de la danza el zapateado)
en el cual, a una señal de los músicos (¡jaleo!) toda la sala
empieza a batir palmas a compás, a agitarse y a excitar con la voz y
los gestos a los bailarines". Creo que hay confusión, por las razones que expuse al
principio. Quedo ignorando si el Bailecito que vio Weddell, con una
parte zapateada al final, era realmente un Bailecito u otra danza. Parece
que este viajero llama con ese nombre Antes, en 1845, el propio Francis de Casteinau lo vio
en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), donde los jóvenes de su expedición
se familiarizaron — dice — con "los bailesitos, graciosas
danzas con pañuelos, y los fandangos de movimiento acelerado por las
castañuelas". Debo agradecer al investigador José Torre Revello, excomisionado
del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía
y Letras, en Sevilla, la particular atención con que me ha favorecido
enviándome copia de un informe inédito del canónigo Mariano de la Torre
y Vera suscripto en Tupiza el 22 de enero de 1814. En él se encuentra
la más antigua mención que conozco. "Asimismo — escribe el religioso
— hay tonos mui alegres melodiosos, y sonoros para ciertas Danzas, que
llaman vaylecitos de la tierra.. ." El Bailecito es hoy una de las danzas preferidas por
la población criolla de la Quebrada de Humahuaca. Se baila en los salones
de las mejores familias, como antes en los peruanos y bolivianos, de
donde vino a nuestro país. Desde Santiago del Estero y La Rioja, hasta San Luis,
el nombre de Bailecito se aplica al Gato. Tenemos, al parecer, un segundo
heredero del nombre genérico, pues es mucha la diferencia entre el Bailecito
y el Gato, a pesar de la semejanza del ritmo. FORMA La melodía consta de dos partes. Las cuatro primeras
frases musicales sirven para los ocho primeros versos, esto es, se
repiten después de las cuarteta inicial. Sin interludio ni pausa alguna,
entran cuatro frases nuevas con la tercer cuarteta; sigue al "aura"
la última cuarteta con la melodía de la primera. Cada verso de los ocho
siguientes es, en realidad, medio verso. i Ay, cómo quieres dueña mía, que yo olvide a quien no puedo. Semejante Sacrificio no me pidas te lo ruego. Aunque quiero no puedo ser inconstante, porque soy el modelo de un fino amante. AURA: Ay ra-ra-rá ra-ra-ra-rai-ra, No me pidas te lo ruego. A la primera cuarteta corresponde una vuelta entera
redonda (cuando hay dos parejas); a la segunda, vuelta entera con el
compañero; a la tercera cuarteta, vuelta sobre sí mismo a la izquierda
seguida de otra igual a la derecha, dos versos para cada una; y en la
última, con "aura" y jaleo, los danzantes suelen tomarse de
la mano y girar en rueda vuelta y media, o bien terminan con una vuelta
y media o media vuelta con el compañero. La "segunda" repite
íntegramente. El tiempo excedente después de cada vuelta se invierte
en paseos en el sitio. El texto suele presentar a veces tres versos solamente,
lo que causa una rara contracción a las frases musicales. (1) En nota al
pie, Weddell dice que D'0rbigni da una descripción del Bailecito, y
la reproduce. Es un pequeño error del viajero. D'0rbigni describe la
mariquita.
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