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NUESTRAS TRADICIONES
CAZA Y FAUNA

 

 

CAZA DE TIGRES (1808)

JULIÁN MELLET

 

En pocas palabras voy a dar al lector una idea de la manera cómo los habitantes dan caza a los tigres.

Cuarenta hombres, que llaman gauchos, y algunas veces un mayor número, se dirigen a caballo a los alrededores de sus guaridas, perfectamente conocidas de ellos, y logran con grandes gritos hacerlos salir de los escondrijos de las piedras donde se encuentran. Asustados los tigres se lanzan al llano o a las cañadas; y entonces, esos hombres que manejan sus caballos con destreza incomparable, se dirigen a todo escape hacia los tigres para cogerlos. Para ese efecto, se sirven con habilidad sin igual de lazos de cuero de 18 a 20 brazas de largo y del grueso de una pulgada; en la extremidad de cada lazo hay una lazada que arrojan al cogote del tigre. Si logran enlazarlo, hacen correr sus caballos a todo lo que dan a fin de estrangular al tigre con la arrastrada; pero si en las primeras tiradas del lazo fallan, emplean en seguida otros más cortos y delgados en cuyas extremidades hay tres piedras, dos de las cuales son del grueso de una naranja, cosidas en la punta de un cordón de cuerdas tejidas en forma de cadena de reloj; cogen una de esas piedras, es decir, la más chica —lo menos la mitad de las otras— cubierta con una especie de vejiga por todas partes, y después de pasar la cuerda entre los dedos con un movimiento de brazo semejante al de disparar la honda, arrojan el todo sobre el tigre y logran así maniatarlo hasta la distancia de trescientos pasos. Cuando han conseguido su objeto, bajan del caballo y traspasan al tigre con una lanza o un puñal de que van provistos.

A pesar de su agilidad y de toda la destreza que da un hábito continuado, algunas veces son víctimas del animal que se les ha escapado. A menudo sucede que el tigre está de tal modo enfurecido que cae de un solo salto sobre el cazador en desgracia, lo derriba del caballo y al instante lo devora si sus compañeros no vienen pronto en su auxilio.

Estos cazadores llevan por toda vestimenta una camisa y pantalón muy ancho, con cinturón donde colocan su puñal o cuchillo de caza.

 

CAZA DE TIGRES (1825)

FRANCISCO BOND HEAD

 

[Encontraron] un anciano gaucho cazador con dos mocetones y numerosos perros. Tenía varios caballos sueltos, en uno de los cuales colgaba una res de guanaco.

Había andado buscando leones y estando dos días entre montañas, pero con poca suerte. El gaucho era un lindo retrato del viejo aficionado a la caza. Tenía boleadoras atadas a la cintura, cubiertas de sangre engrumecida. Sus rodillas estaban admirablemente protegidas de los arbustos por guardamontes de cuero. Montaba un buen caballo, con lazos y envoltorios atados a los tientos. Así que nos paramos, lo rodearon los perros que formaban jauría muy rara. Algunos eran muy grandes y otros cuzcos y todos parecían de diferentes razas; muchos habían sido estropeados por tigres y leones y varios ostentaban cicatrices honrosas. Sentí realmente muchísimo no tener tiempo para incorporarme a la cacería que debe haber sido sumamente interesante.

Tan pronto como los perros sacan de su guarida un león o tigre, lo persiguen hasta que se detiene para defenderse. Si los perros lo atropellan, el gaucho salta del caballo; y mientras la fiera pelea con sus enemigos, lo golpea en la cabeza con las boleadoras; a las cuales puede imprimirse un momentum extraordinario. Si los perros son tenidos a raya y temen atacar la fiera, el gaucho la enlaza y de galope la arrastra por el campo mientras los perros se precipitan y la despedazan.

 

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