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El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina
NUESTRAS TRADICIONES
LA INDUMENTARIA

 

EL PONCHO (1772)

FRANCISCO MILLAU

 

El vestuario que acostumbran los hombres y mujeres en Buenos Aires, es el mismo que se estila en España, de quien siguen los trajes, imitando sus modas en los principios unas familias más breve que otras, según sus posibles y proporción.

La única diferencia que hay, es en el que usan regularmente los vecinos, cuando montan a caballo, sirviéndose del poncho en lugar de capa o capote por su mayor comodidad. Viene a ser una manta de dos varas de lana o algodón y dibujada con varios colores y labor.

Se viste pasando la cabeza por una pequeña abertura que tiene en medio, con lo que queda descansando sobre los hombros, y cuelgan por uno y otro lado sus extremos, que se levantan cuando se quiere desembarazar los brazos, echando para atrás la falda delantera, o terciando sus costados sobre los hombros. Los tejidos son más o menos finos y de varios precios; suele haberlos muy ricos así por la tela como por sus dibujos.

La gente de campo de todas clases usa siempre en todo tiempo de. este traje tanto en casa, como afuera así a pie como a caballo. Es también propio de los peones y de toda la gente de servicio que lo visten muy ordinario.

 

EL PONCHO (1819-1924)

JOHN MIERS

 

El poncho está confeccionado con lana; es de unos seis pies de largo por cuatro de ancho. Tiene una abertura en el centro del tamaño estrictamente suficiente como para poder pasar la cabeza por él. Cae en pliegues por delante, y por detrás, casi hasta las rodillas y un poco por debajo de los codos a los costados. Se adapta perfectamente a los habitantes de este territorio, que casi permanentemente andan a caballo, pues les deja libre uso de los brazos, sin molestar de ninguna manera al jinete. No se lo lleva como abrigo, sino para preservarse del viento y de la lluvia. Los ponchos se confeccionan en general de lana corriente, hilada con finas hebras por las mujeres, que las finen de diversos colores brillantes. Las hebras se tejen en los rústicos telares del país. No se la limpia, ni se la trabaja con productos químicos, ni se la somete a ninguna otra preparación; la confección del poncho es de lo más simple posible. Los muchos colores brilantes que contiene el poncho se tejen con sumo cuidado y en general se los combina con gran acierto. Algunos ponchos de la mejor clase están adornados con hermosos dibujos de un extremo a otro, de estilo semejante al de los antiguos griegos y etruscos. Algunas veces la hebra es tan fina que el poncho es casi sutil y suave como la seda. La tarea que insume su fabricación está por encima de los creíble: un solo poncho da trabajo a una mujer para más de dos años.

 

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