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HISTORICAS ARGENTINAS |
26 de Septiembre de 1863 – Fallecimiento de Pedro Rosas y Belgrano
En 1802 Manuel Belgrano conoce a María Josefa Ezcurra. Se enamoran.
Pero como ella estaba casada, doce años después, cuando su marido
la abandona y se radica en Europa, acompañará al ya general
Belgrano en su campaña militar como Jefe del Ejército del Norte.
Embarazada de Manuel, María resuelve partir a la estancia de unos amigos
en Santa Fe, donde el 30 de julio de 1813 nace su hijo Pedro. Poco tiempo
después, Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra, hermana
de María Josefa, adoptan al pequeño, que pasa a llamarse Pedro
Rosas y Belgrano.
Conforme a los datos históricos más aceptables, fue criado por
los Ortiz de Rozas y se hizo hombre junto a esta familia. Estanislao S. Zeballos
afirma que era “sobrino de don Juan Manuel, y de conocida familia de
Buenos Aires”.
En 1837 se desempeñaba como juez de paz y comandante militar interino
de Azul, ciudad donde tenía sus intereses privados. En ese mismo año
es informado por Juan M. de Rosas de su verdadera condición familiar,
comenzando a firmar, a partir de entonces, como Pedro Belgrano. Tres años
después figura como capitán del 5º escuadrón de
Milicias de Caballería, y desde 1841 hasta 1848 como juez de paz de
Azul. En 1846, siguiendo instrucciones de Rosas, conferenció con el
cacique Quechuden, hijo de Painé, a quien pidió la entrega del
coronel Manuel Baigorria, asilado en Trenel; pero el cacique esquivó
el reclamo argumentando que no tenía instrucciones para dicho objeto.
Tres años después, en 1849, dirigió una expedición
a Tapalqué, contra la indiada. Rosas y Belgrano fue un firme factor
de progreso para Azul, cuya población cubrió contra los peligros
del salvaje.
Durante el sitio de Montevideo cumplió una misión secreta ante
Oribe, confiada por don Juan Manuel. Pero después de Caseros se puso
al servicio de Urquiza. De tal suerte, el 1º de junio de 1852 figura
revistando en Azul, como coronel del Regimiento 11º de Guardias Nacionales
de Caballería. Con motivo de la revolución liberal del 11 de
setiembre de ese mismo año, quedó segregado de la Confederación
y entró a servir al Estado de Buenos Aires. Por eso, al sublevarse
el coronel Hilario Lagos –de quien era compadre-, Rosas y Belgrano desembarcó
con efectivos leales en Ajó, en compañía del coronel
Matías Ramos Mejía, y se unió a las fuerzas del coronel
Agustín Costa, fuerte estanciero del sur bonaerense. Formó entonces
en Azul un ejército integrado en su mayor parte por indios y marchó
al norte del Salado.
El 22 de enero de 1853 libró combate en el Rincón de San Gregorio
con el Ejército Federal de Operaciones del Sud, que comandaba el general
Gregorio Paz, partidario de Lagos. La indiada de Rosas fue neutralizada por
un oportuno movimiento del coronel Juan Francisco Olmos, del Estado Mayor
federal. El coronel Rosas fue tomado prisionero y llevado a San José
de Flores. José Hernández, que peleó en las filas del
hijo de Belgrano, recordaba años después: “El último
Rosas que conservaba en el Sud un resto de prestigio, penetró en la
Provincia de Buenos Aires en 1852 trayendo en sus filas los indios que se
encontraron en la batalla de San Gregorio. Se dispersaron como en Caseros,
después de inútiles cargas dadas en medio de sus salvajes alaridos,
y desde la costa del Salado hasta sus tolderías, distantes más
de ochenta leguas, no hicieron sino saquear cuanto hallaron….”.
Como nos informa la historiadora Cristina V. Minutolo, el coronel Rosas y
Belgrano fue sometido a un tribunal militar, en la quinta de Ambrosio Lezica
en Flores. Dicho tribunal fue compuesto por los jefes Juan Isidro Quesada,
Manuel Alejandro Pueyrredón, Matías Rivero, Baldomero Lamela,
Pedro José Agüero, León Benítez, Juan María
Pita y Bernardo González. Lo defendió el coronel Antonio Reyes.
Fue sancionado con una condena leve y conducido a Luján hasta el fin
del sitio de Lagos.
El prisionero se dirigió por carta a Lagos, acompañando la suya
con otra de su hermana Manuela Mónica Belgrano; y entre otras cosas
le decía: “si su nombre vale algo para Ud., me intereso por ella
para que me quite una prisión que me mortifica tanto”.
El 18 de julio de 1853 el gobernador Pastor Obligado otorgó a Rosas
y Belgrano los despachos de coronel efectivo, grado con que volvió
a Azul, donde permaneció durante los años 1854 y 1855, en que
pidió la baja para dedicarse a sus intereses particulares. Pero nuevamente
ofreció sus servicios a Urquiza y la Confederación.
En efecto, a principios de 1859 fue despachado de Paraná, junto con
el indio Cristo, de la gente de Callvucurá, y el teniente coronel Federico
Olivencia, con la misión de levantar las indiadas del sur a favor de
la Confederación y contra Buenos Aires. Poco después, el coronel
Rosas y Belgrano marchó sobre Azul con fuerzas cristianas e indios
aliados, pero esta empresa bélica tuvo fin al formalizarse la paz de
San José de Flores, en noviembre de 1859.
Después de Pavón, el coronel Rosas pasó al cuerpo de
inválidos, y el 26 de setiembre de 1863 murió en su casa de
la calle Belgrano 208. Se había casado en 1851 con Juana Rodríguez
en la Iglesia de Azul, Provincia de Buenos Aires, unión de la que nacieron
nada menos que dieciséis hijos. Llegaron a la mayoría de edad
Pedro, Dolores, Juana Manuela, Braulia, Melitona, María Josefa, Manuel,
Juan Manuel, Francisco y Emiliano.
Fuente:
Antook – Pedro Rosas y Belgrano (2007).
Ayala, Juan – Belgrano reconstruido – Neo. Ed. Perfil.
Chávez, Fermín - Iconografía de Rosas y de la Federación,
Buenos Aires (1972).
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
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