www.TRADICIONGAUCHA.com.ar El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina |
EFEMERIDES
HISTORICAS ARGENTINAS |
12 de Octubre de 1916 – Fallecimiento de Gabino Ezeiza
Hay seres que parecen nacer para dar pábulo a la leyenda, para alimentar
la llama inextinguible del Mito. Gabino Ezeiza, el famoso payador negro, fue
uno de ellos. Ya en vida su figura había adquirido perfiles legendarios,
que el tiempo transcurrido desde su desaparición ha ido acrecentando,
al punto que sólo una precisa y nítida investigación
podrá distinguir, en su biografía, lo real de lo imaginario.
Gabino Ezeiza nació el 3 de febrero de 1858 en el barrio de San Telmo,
en Buenos Aires. Poco se sabe de su hogar y de su familia. Su padre había
servido a la familia Ezeiza, de ahí su apellido, y descendía
por su abuelo de un trompa de Rosas.
Según Héctor P. Blomberg “el negrito Gabino no faltaba
nunca a las payadas que se realizaban con frecuencia en su barrio. Escuchaba,
conmovido y absorto, los torrentes de coplas que surgían de labios
criollos, bajo el alero de los patios coloniales, sobre las vihuelas melodiosas,
y sentía despertarse en su corazón infantil el amor a todo aquello”.
Quien primero puso una guitarra en sus manos fue un pardo muy viejo, que tenía
una pulpería en el bajo de San Telmo. Se llamaba Pancho Luna, y fue
payador cuando joven, en los tiempos de Rivadavia. Al cumplir quince años
le compraron a Gabino una hermosa guitarra española. El la adornó
con cintas celestes y blancas, se despidió de su madre y de sus hermanos
Tomás y Matilde Ezeiza –el padre había muerto en la Guerra
del Paraguay-, y comenzó su existencia de cantor errante.
En un pueblo del sur bonaerense conoció al estanciero Mones Ruiz, quien
lo protegió, le brindó su amistad y lo hizo trabajar en dos
o tres oficios, entre ellos el de sombrerero, pero Gabino, al fin, se despidió
de aquel y se fue a los campos como Santos Vega. El payador había nacido
y su fama creció por el sur y el oeste de Buenos Aires antes de cumplir
los veinte años. No se olvidó, empero, de su ciudad natal a
la que volvió a principios de 1880, encontrándola en plena lucha,
en la que tomó parte, para volver luego a su oficio de cantor.
Por entonces ya lo envuelve en su círculo amistoso, en el seno de la
colectividad morena de Buenos Aires, una aureola de prestigio. Pardos y morenos
forman mundo numeroso y aparte allá por la década del ochenta.
Tienen sus asociaciones particulares, organizan pintorescas comparsas para
Navidad y Carnaval, crean sociedades propias de socorros mutuos, discuten
con vehemencia sus problemas en sus periódicos y fuera de ellos, y
hasta piensan en establecer escuelas para la educación del hombre de
color. Llevan, en fin, una intensa e interesante vida de sociedad. De ahí
que el juvenil Gabino asista con frecuencia a tertulias familiares, participe
en bailes y fiestas, y entretenga en la amable compañía de amigos
y muchachas buena parte de sus horas.
En la revolución del 1880, concurrió al combate del 21 de junio
con el batallón 15 de febrero a las órdenes del comandante Eliot,
y el entonces mayor Vico. En donde se portó bizarramente recitando
algunas estrofas en el momento de la lucha.
Fue en ese mismo año de 1880 cuando Gabino Ezeiza se enfrentó
con Nemesio Trejo y fue ésa la primera de una serie de payadas que
ambos sostuvieron a lo largo de los años, hasta que el segundo, que
era escribano y se dio con éxito a escribir para el teatro, abandonó
la guitarra y las improvisaciones.
Para 1882 ya hace varios años que Ezeiza canta y que incluso sostiene
payadas de contrapunto y para ese entonces, empujado sin duda por la necesidad,
había trocado sus condiciones de cantor y su arte de payador en una
profesión retribuida, olvidándose de sus sueños de poeta
y de sus ambiciones literarias de la adolescencia. Su fama se había
propagado rápidamente, al punto de considerársele ya uno de
los mejores exponentes del arte, y que el solo anuncio de sus actuaciones
bastaba para atraer un gentío.
En 1884 se trasladó a Montevideo y canto allí por primera vez,
payando de contrapunto con un famoso oriental, Juan de Nava. Ese mismo año,
en Buenos Aires, payó dos veces con Nemesio Trejo. En una de ellas
el argumento que cantaron fue la muerte del malogrado Benigno Lugones (periodista
y escritor) y la fiesta que para socorrer a su familia se había organizado,
salpicando sus cantos con estrofas alusivas a los incidentes ocurridos tanto
en los asaltos de sable, florete y palo que allí se efectuaron esa
misma noche como en la propia payada.
Gabino no se daba pausa en su trajinar por los pueblos. Empezaba a convertirse
en aquel payador errante que solo y con un circo –propio o ajeno- recorrió
prácticamente toda la República.
El año 1888 lo encuentra de nuevo en la capital oriental, donde mide
sus fuerzas en un contrapunto con Arturo Nava, hijo de Juan, en el teatro
Artigas de Montevideo. La concurrencia que se juntó fue enorme y Gabino
salió una vez más victorioso de la prueba. Se ha dicho que actuó
esa noche ante un público hostil, que esperaba el triunfo de su favorito
Nava. Sin embargo, ello no parece cierto. Y tampoco que Gabino haya improvisado
su famoso “Saludo a Paysandú”:
Heroico Paysandú, yo te saludo,
Hermano de la patria en que nací.
Tus hechos y tus glorias esplendentes
Se cantan en mi patria como aquí.
Para congraciarse con la concurrencia. La función había prácticamente
concluido cuando alguien le comunicó a Ezeiza que en la sala estaba
una delegación de sanduceros que había ido a escucharle. Entonces
volvió a templar su guitarra e improvisó aquellos versos, que
se cuentan entre los más felices de su carrera y que lo han sobrevivido.
Un año después paya con Pablo J. Vázquez, que fue uno
de los mejores exponentes de su arte en aquella época, y el enfrentamiento
se repite en 1890. Pero este año es el de la célebre Revolución
del 26 de julio y, según parece, Gabino, ganado ya por la pasión
política, intervino en aquella memorable jornada.
En algunas ocasiones contratábase en los circos, cuyo público,
como es de imaginarse, mucho apreciaba su arte. Con ellos no solo actuó
en Buenos Aires sino que también recorrió el interior del país.
En 1891, hallándose en La Plata, la buena suerte lo acompañó:
ganó un premio grande en la lotería y con el dinero cobrado
compró un circo al que llamó “Pabellón Argentino”,
con el que se largó a recorrer, como siempre, los caminos. Con ese
circo llegó, al año siguiente, a San Nicolás de los Arroyos,
donde conoció a una biznieta del general Angel Vicente Peñaloza,
el Chaco riojano, doña Petrona Peñaloza, de quien se enamoró
y con quien habría de casarse un tiempo después. Antes tuvo
que atender Gabino sus obligaciones de hombre de partido. Desde 1890 él
seguía a Alem y había puesto su musa de payador al servicio
de sus ideales cívicos.
La revolución fue en cierto modo desastrosa para él. Lo apresaron
y estuvo un tiempo en la cárcel y cuando lo pusieron en libertad fue
para enterarse, con el dolor consiguiente, que le habían quemado el
circo. ¡A empezar de nuevo! Pero el pájaro cantor estaba enamorado
y los tropiezos poca mella hacían en su alma ilusionada. Se casó
con su amada Petrona y formó su nido el zorzal.
Entretanto llega el año 1894. Es el de la gran payada con Pablo J.
Vázquez en Pergamino, uno de los sucesos capitales, por así
decir, en la biografía del negro cantor y en la misma historia payadoresca,
donde aquella justa sigue resonando con acentos poco menos que legendarios,
por la calidad de sus contendientes y por su duración, que fue de dos
noches, el 13 y el 14 de octubre de 1894 en el teatro Florida de Pergamino.
El jurado que actuó en esa oportunidad dictaminó que debía
reputarse como vencedor a Gabino, según acta suscripta el 28 de noviembre
de ese año.
Dos años más tarde, en Rauch, provincia de Buenos Aires, se
enfrentó con el crédito de La Pampa, Maximiliano Santillán,
quien lo había desafiado de modo tan singular como atrevido, por no
decir ofensivo, al enviarle en el cuero de un rebenque corralero esta cuarteta:
¿Dónde está ese negro poeta
que tanta fama le dan?
Díganle que Santillán
a ningún negro respeta!
La justa se llevó a cabo en la pulpería El Indio, sobre un solo
tema: ¿Cómo se corta la carne sin cortar el cuero?, que da idea
cumplida de las dificultades que aquellos esforzados cantores se proponían
vencer, y en ella, pese a la bravata de Santillán, resultó triunfante
Ezeiza.
En 1902 sostuvo otra payada memoriosa en San Antonio de Areco. Esta vez su
contrincante fue Luis García, a quien no pudo vencer.
En 1912 intervino con éxito en un torneo internacional payadoresco
efectuado en un teatro de Buenos Aires en el que los cuatro primeros premios
fueron adjudicados a Ezeiza, Curlando, Vieytes y Caggiano.
Gabino también realizó una payada memorable, en las esquinas
de Yerbal y Nazca, junto a Martín Castro, payador de Ciudadela y autor
de “El huérfano”.
Murió el día 12 de octubre de 1916, el día en que más
debió haber anhelado vivir, como lo dijo un diario al dar la noticia
de su desaparición. Ese día, en efecto, se hizo cargo de la
primera magistratura del país el Dr. Hipólito Irigoyen, caudillo
del radicalismo e ídolo político el gran payador.
Una placa colocada en Azul 92, en el barrio de Flores, recuerda al negro Gabino
Ezeiza. Allí, a los 58 años murió en su humilde casa,
pobre como todos los juglares del pueblo.
La leyenda de Gabino se despierta cada 12 de octubre, cuando sus seguidores
se reúnen en la tumba del cementerio de Flores, para brindarle homenaje
a este personaje tan recordado y querido.
Buenos Aires de mi amor,
¡oh, ciudad donde he nacido!
No me arrojes al olvido
yo, que he sido tu cantor.
De mi guitarra el rumor
recogió en sus melodías,
el recuerdo de otros días
que jamás han de volver,
los viejos cantos de ayer
que fueron las glorias mías.
Fuente:
Antook – Gabino Ezeiza, El último payador.
Blomberg, Héctor Pedro – El adiós de Gabino Ezeiza
Cristoforetti, Marita y Brichetto, Alberto – El payador de Flores.
Soler Cañas, Luis – Gabino Ezeiza, verdad y leyenda.
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación
Patricios Reservistas
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
EFEMERIDES REDACTADAS POR LA AGRUPACION PATRICIOS RESERVISTAS
suipachapatricios@yahoo.com.ar