www.TRADICIONGAUCHA.com.ar El Sitio de la Tradición Gaucha Argentina |
EFEMERIDES
HISTORICAS ARGENTINAS |
20 de junio de 1811 – Batalla de Huaqui
El ejército,
mandado por Juan José Castelli y por Juan Ramón Balcarce, tiene
su primer encuentro con las armas españolas, a fines de octubre de
ese año de 18l0, en la región de Cotagaita y se retira sin mayores
consecuencias y sin ser perseguido por el ejército del rey.
Así, pueden replegarse hacia el sur, y será poco después
en Suipacha donde obtendrán una clara victoria sobre las armas reales
y entre gritos de júbilo ven los patriotas como queda a su disposición,
luego de esta victoria, todo el Alto Perú.
Pero esta ocasión fervorosa, en la que el pueblo altoperuano veía
confirmadas sus esperanzas de libertad, tuvo un cono de sombra en el desempeño
del ejército llegado desde el sur y fue la ejecución sumaria
de los españoles José Córdoba, Francisco de Paula Sanz
y Vicente Nieto, luego del combate, crueldad que inmediatamente se consideró
innecesaria y que iba a proyectar premonitorios sentimientos de rechazo a
la actitud arbitraria de nuestros guerreros.
En realidad, esta decisión había sido ordenada desde Buenos
Aires y nada pudieron hacer los comandantes ya que debieron cumplir las órdenes
emanadas desde tan grande distancia. En cumplimiento también de estas
instrucciones, las nuevas autoridades militares, tuvieron que recibir el rechazo
de las clases dominantes de las ciudades altoperuanas, quienes vieron ahora
que la nueva libertad iba a deteriorar sus derechos e intereses tradicionales,
al cambiar las viejas estructuras coloniales al amparo de las cuales habían
cimentado sus privilegios.
En nada ayudó a esta situación el hecho de que el ejército
incorporara a los fondos revolucionarios nada menos que el rico contenido
de las reales cajas de Potosí y los caudales encontrados en Chuquisaca.
No es difícil imaginarse que las ciudades al verse privadas súbitamente
de sus presupuestos, sin duda se resintieron en todos los órdenes de
su administración, con la consiguiente disconformidad de los habitantes,
quienes debieron alternar su fervor independentista, con el perjuicio y desorden
que éste empezaba a acarrearles.
Pero como si esto no fuera ya un inconveniente, los oficiales de este ejército,
provenían de ambientes culturales que habían absorbido con intensidad
diversos aspectos de estos mismos aires de libertad, provenientes de la revolución
francesa, acaecida pocos años antes, y que había roto con no
pocas de las viejas estructuras de pensamiento de Europa.
Esta forma de pensar chocó sin duda con las más antiguas tradiciones
de las ciudades de provincia donde se encontraban ahora, a las cuales, las
ideas revolucionarias recién empezaban a llegar, y sin duda sintieron
el golpe súbito de toda una ola cultural, para la que no estaban totalmente
preparados.
Uno de los errores que se considera principales de nuestros soldados, fue
que hicieron su entrada en la ciudad de La Paz, en medio de las festividades
de uno de los días de la Semana Santa, con lo cual, no es difícil
de imaginarse la impresión de impiedad y desinterés religioso
que produjeron, en una comunidad donde estos sentimientos eran casi todo,
y que llevó a que no pocos ciudadanos paceños se preguntaran
preocupados qué clase de cambios produciría finalmente esta
revolución desprovista de algunos valores que ellos consideraban como
fundamentales.
De esta manera siguió el ejército patriota su avance hacia el
norte y el 20 de junio de ese año de 1811 se encuentran junto al río
Desaguadero, donde tiene lugar la desastrosa batalla de Huaqui, que terminará
en la desbandada de las armas patriotas, con el lamentable saldo de más
de mil hombres perdidos y abandono de numeroso parque y de artillería.
En precipitada retirada, hubieron de refugiarse en Potosí y luego en
la ciudad de Jujuy, en un desordenado y triste viaje de nuevo hacia el sur.
Si bien está claro que gran parte de la culpa de la derrota estuvo
en las demasiadas voces y opiniones en los regimientos, formados como sabemos,
en gran parte por muchos hombres sin experiencia militar previa, llevados
tan sólo por su afán de libertar a América, también
es cierto que habían chocado con el ejército del reino de España,
uno de los más importantes del mundo en aquella época, y que
su comandante, el general Goyeneche, era un hombre de gran formación
militar y no poca astucia. También es cierto que, en determinados momentos
de la batalla, el triunfo estuvo a punto de quedar en manos de los patriotas,
lo que habla del coraje y buen criterio con que en definitiva se batieron,
pese a no haberse llevado finalmente los laureles del vencedor.
Terminado el combate, Goyeneche mandó a una parte de su ejército,
al mando de Pío Tristán, a perseguir a las fuerzas patriotas
que se retiraban hacia el sur.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
20 de junio de 1820 – Fallecimiento de Manuel Belgrano
A comienzos de 1815, Manuel
Belgrano abandona completamente sus funciones militares y es enviado a Europa,
junto a Rivadavia y Sarratea, en funciones diplomáticas. Conoce allí
al célebre naturalista Amado Bonpland, y lo convence de venir a América,
a estudiar la naturaleza y el paisaje de estas regiones.
También se destacará como diplomático, desarrollando
una importante labor propagandística, cuya finalidad es que la revolución
sea reconocida en el Viejo Continente.
Regresa al país en julio de 1816 y viaja a Tucumán para participar
de los sucesos independentistas, donde tiene un alto protagonismo. Tres días
antes de la declaración de la Independencia (9 de julio de 1816), declama
ante los congresistas e insta a declarar cuanto antes la independencia. Propone
una idea que contaba con el apoyo de San Martín: la consagración
de una monarquía: "Ya nuestros padres del congreso han resuelto
revivir y reivindicar la sangre de nuestros Incas para que nos gobierne. Yo,
yo mismo he oído a los padres de nuestra patria reunidos, hablar y
resolver rebosando de alegría, que pondrían de nuestro rey a
los hijos de nuestros Incas." No obstante, la propuesta monárquica
de Belgrano no prospera, dado que habían corrido rumores de que incluía
la cesión de la corona a la casa de Portugal.
Más tarde, Belgrano seguirá desarrollando una ardua actividad
político-diplomática: por ejemplo, será el encargado
de firmar el Pacto de San Lorenzo con Estanislao López que, en 1919,
pondrá fin a las disputas entre Buenos Aires y el litoral. Además,
volverá a encabezar el Ejército del Norte, en el cual, gracias
a la fama que gozaba entonces como jefe y patriota, será vivamente
admirado por la tropa.
Aquejado por una grave enfermedad (hidropesía) que lo minó durante
más de cuatro años, y todavía en su plenitud, el prócer
murió en Buenos Aires el 20 de junio de 1820, empobrecido y lejos de
su familia (si bien no se casó, de sus amores con una joven tucumana
nació su única hija, Manuela Mónica, que fuera enviada
por su pedido a Buenos Aires, para instruirse y establecerse).
Sólo un diario, "El Despertador Teofilantrópico" se
ocupó de la muerte de Belgrano, para los demás no fue noticia.
Culminaba así una vida dedicada a la libertad de la Patria y a su crecimiento
cultural y económico. En este sentido, se destaca de Belgrano que fue
el promotor de la enseñanza obligatoria que el virrey Cisneros decretó
en 1810. Se destaca también su labor como periodista (después
de su actuación en el Telégrafo Mercantil, creó el Correo
de Comercio, que se publicó entre 1810 y 1811, y en el cual se promovió
la mejora de la producción, la industria y el comercio); y como fundador
de la Escuela de Matemáticas (en 1810, costeada por el Consulado),
y de la Academia de Matemáticas del Tucumán, que en 1812 instauró
para la educación de los cadetes del ejército.
La bandera nacional
Belgrano es el creador de la bandera “azul y blanca” y no la “celeste
y blanca” que impusieron Sarmiento y Mitre. La bandera, creada en Rosario
el 27 de febrero de 1812 por Belgrano inspirada en la escarapela azul-celeste
del Triunvirato, debido al color de la heráldica, que no es azul-turquí
ni celeste sino el que conocemos como azul. Nada tuvo que ver el color del
cielo con que nos quisieron convencer. El Congreso sancionó la ley
de banderas el 25 de enero de 1818 estableciendo que la insignia nacional
estaría formada por “los dos colores blanco y azul en el modo
y la forma hasta ahora acostumbrados”.
Tampoco fueron “celeste y blanca” las cintas que distinguieron
a los patriotas del 22 de mayo, sino que eran solamente blancas o “argentino”
que en la heráldica simboliza “la plata”. Fueron solamente
blancas. La cinta azul se agregó como distintivo del Regimiento de
Patricios. Pero tampoco era celeste, sino tomados del azul y blanco del escudo
de Buenos Aires.
Azul y blanca fue la bandera que flameó en el fuerte de Buenos Aires,
en Ituzaingó durante la guerra con brasil, y en la guerra del Paraguay.
En 1813, Artigas le agregaría una franja colorada (punzó) cruzada
para distinguirse de Buenos Aires sin desplazar la “azul y blanca”.
La bandera cruzada fue usada en Entre Ríos y Corrientes. La cinta punzó
fue adoptada por los Federales, mientras los Unitarios, para distinguirse,
usaron una cinta celeste, y no el azul de la bandera. Cuando Lavalle inició
la invasión “libertadora” contra su patria (apoyado y financiado
por Francia) también uso la bandera “celeste y blanca”
para distinguirla de la nacional. ….. “ni siquiera enarbolaron
(los libertadores) el pabellón nacional azul y blanco, sino el estandarte
de la rebelión y la anarquía celeste y blanco para que fuese
más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” (Coronel
salteño Miguel Otero en carta Rufino Guido, hermano de Tomas Guido,
el 22 de octubre de 1872. Memorias. ed. 1946, pág. 165).
Rosas, para evitar que al desteñirse por el sol, se confundiera con
la del enemigo, la oscurece más, llevándola a un azul-turquí.
¿Por qué Rosas eligió el azul turquí? Por varias
razones: porque el “azul real” es más noble y resiste por
más tiempo, al sol, a la lluvia, etc. Rosas pensó que el color
argentino era el azul, porque así lo estableció el decreto de
la bandera nacional y de guerra del 25 de febrero 1818, y también porque
el celeste siempre fue el color preferido de liberales y masones. Fue la bandera
que, sin modificarse la ley flameó en el fuerte, en la campaña
al desierto (1833 – 1834) en la Vuelta de Obligado y en El Quebracho
(1845 – 1846), y la misma que fue saludada en desagravio por el imperio
ingles con 21 cañonazos.
El 23 de marzo de 1846 Rosas le escribió al encargado de la Guardia
del Monte, diciéndole que se le remitiría una bandera para los
días de fiesta, agregando que "...Sus colores son blanco y azul
oscuro con un sol colorado en el centro y en los extremos el gorro punzo de
la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color celeste
ha sido arbitrariamente y sin ninguna fuerza de Ley Nacional, introducido
por las maldades de los unitarios. Se le ha agregado el letrero de ¡Viva
la Federación! ¡Vivan los Federales Mueran los Unitarios!".
La misma bandera se izó en el Fuerte de Bs. As. el 13 de abril de 1836
al celebrarse el segundo aniversario del regreso de Rosas al poder. La misma
bandera que Urquiza le regala a Andrés Lamas y que hoy se conserva
en el Museo Histórico Nacional de Montevideo.
Rosas, quiso que las provincias usaran la misma bandera y evitaran el celeste,
y con ese propósito mantuvo correspondencia, entre otros, con Felipe
Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, entre abril y julio de 1836. "Por
este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley ni disposición alguna
que prescriba el color celeste para la bandera nacional como aun se cree en
ciertos pueblos." (José Luis Busaniche) "El color verdadero
de ella porque está ordenado y en vigencia hasta la promulgación
del código nacional que determinará el que ha de ser permanente
es el azul turquí y blanco, muy distinto del celeste." Y le recordó
que las enseñas nacionales que llevó a las pampas y la del Fuerte,
tenían los mismos colores, y que las mismas banderas para las tropas
fueron bendecidas y juradas en Buenos Aires.
Rosas uso la azul y blanco y le adicionó cuatro forros frigios en sus
extremos, según Pedro de Angelis, en honor a los cuatro acontecimientos
que dieron nacimiento a la Confederación Argentina: el tratado del
Pilar del 23 de febrero de 1820 (que adoptó el sistema Federal), el
Tratado del Cuadrilátero (de amistad y unión entre Bs. As y
las provincias), la Ley Fundamental de 23 de enero de 1825 (que encargó
a Bs. As. las relaciones exteriores y la guerra) , y el Pacto Federal del
4 de enero de 1831 (creación de la Confederación, a la que se
adherían las provincias)
Expulsado Rosas, Sarmiento adopta el celeste unitario en vez del azul de la
bandera nacional. En su “Discurso a la Bandera” al inaugurar el
monumento a Belgrano el 24 de septiembre de 1873 señaló a la
enseña de la Confederación como un invento de bárbaros,
tiranos y traidores, y en su Oración a la Bandera de 1870, denigra
la “blanca y negra” de la Vuelta de Obligado diciendo además
que ….” la bandera blanca y celeste ¡Dios sea loado! no
fue atada jamás al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra”.
Y si alguna vez fue atada al carro de algún triunfador, se lo debemos
a Sarmiento y no al Restaurador. Tampoco la celeste y banca de Sarmiento recibió
saludo de desagravio de ninguna potencia imperial. Tampoco la de Mitre.
Mitre se basa en el “celeste” basándose entre otros argumentos
en un óleo se San Martín hecho en 1828, como si el color adoptado
por un artista fuera argumento suficiente. El general Espejo, compañero
de San Martín, en 1878 publicaba sus Memorias y recordaba como azul
el color original de la bandera de los Andes conservada desteñida en
Mendoza. Pero Mitre, que siempre interpretó las cosas como le convino,
lo atribuyó a una “disminuida memoria del veterano”.
En 1908, ante la confusión existente y a pedido de la Comisión
del Centenario, se estableció el color azul de la ley 1818 para la
confección de banderas. Sin embargo, siguió empleándose
el celeste y blanco, en lugar del la gloriosa “azul y blanca”
La misma bandera que acompaño a San Martín en su gloriosa gesta
y la misma que acompaño los restos del propio Rosas en Southampton.
Bibliografía:
HT: La Bandera Nacional
Jose Maria Rosa - Historia Argentina
Corvalán Mendhilarzu, Dardo: “Los Colores de la Bandera Nacional”.
Hist. de la Nac. Arg.
Ramallo, Jorge María: “Las Banderas de Rosas”. Rev. J.
M. de Rosas, N' 17.
Fernández Díaz, Augusto: “Origen de los Colores Nacionales”.
Revista de Historia, Nº 11.
Ramirez Juárez, Evaristo: “Las Banderas Cautivas”.
Educar
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación
Patricios Reservistas
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
EFEMERIDES REDACTADAS POR LA AGRUPACION PATRICIOS RESERVISTAS
suipachapatricios@yahoo.com.ar