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EFEMERIDES
HISTORICAS ARGENTINAS |
18 de junio de 1864 – Tratado de Las Puntas del Rosario
El ministro
inglés en Buenos Aires, Edgard Thornton, era el hombre que desde bastidores
empujaba la guerra detenida por la gallarda actitud del Mcal. Francisco Solano
López y la prudente del diplomático brasileño José
Antonio Saraiva. Como todos los diplomáticos ingleses es enemigo del
Paraguay, que cierra sus ríos a la libre navegación británica,
se permite tener hornos de fundición, no consume los tejidos de Manchester
ni necesita del capital o del apoyo inglés. A fin de cuentas acaba
de humillar al gobierno de la reina en la malhadada cuestión Canstatt
en la que Thornton debió prosternarse en nombre de S. M. ante el viejo
López. Por eso no le gusta Paraguay.
Thornton se siente decepcionado por el grito de la reclamación de Saravia;
había esperado de la belicosidad brasileña que surgiera la guerra
porque sabía perfectamente –es ministro concurrente en Asunción
al tiempo de serlo en Buenos Aires- la resolución de López de
jugarse en la defensa de la autonomía oriental. Y ahora ese vacilante
Saravia se guardaba el ultimátum en la fatriquera. No. El buscaría
el modo de arrastrarlo a la guerra. El 31 de Mayo invita a comer en la Legación
inglesa de Buenos Aires al joven ministro de Relaciones Exteriores argentino,
Rufino de Elizalde, y le sugiere un viaje a Montevideo para solucionar el
entredicho con el gobierno oriental y de paso “entenderse con Saravia”;
esto último es el verdadero objeto. Ese entendimiento daría
ánimo al apocado comisionado de Pedro II. Todo lo demás: intervención
brasileño-argentina, abierta o encubierta a favor de Flores, guerra
de Paraguay contra Brasil y la Argentina a favor del gobierno oriental, sería
una consecuencia encadenada del entendimiento de Elizalde con Saraiva. Por
supuesto eso no lo dijo al joven canciller argentino, ni había para
qué decírselo.
Elizalde acepta entusiasmado la idea de intervenir en la mediación
con un político de la talla y el renombre de Saraiva. Al día
siguiente. Al día siguiente, 1 de Junio, Thornton ve a Mitre; sabe
hablarle su lenguaje y le explica las “altas conveniencias americanas
de pacificar al Uruguay”, que Mitre, con su retórica, encuentra
que “pondrá muy en alto el nombre argentino”.
El 5 de Junio el inglés embarca en la cañonera británica
Tritón a Elizalde y a Andrés Lamas. Iban aparentemente a poner
en paz la República Oriental, pero ya arreglaría las cosas para
que no la hubiese y Brasil y la Argentina quedasen enfrentados a Paraguay.
Conviniera o no conviniera a los intereses argentinos y brasileños,
quisiéranlo o no sus gobiernos, habría guerra con Paraguay.
Saraiva aceptó el obsequio del canciller argentino que le trajo Thornton
a Montevideo; pero como no es Elizalde ni Mitre quiere saber qué se
trae el inglés bajo la levita. ¡Oh, nada más que la paz
y el deseo de ayudar a Saraiva en su difícil posición! Una alianza
argentino-brasileña frenaría los impulsos del Paraguay, y entonces
el comisionado podría presentar su ultimátum en la confianza
de que las “represalias” brasileñas no traerían
consecuencias. El brasileño desconfía, pero el regalo de una
alianza argentina por mano inglesa no es para desdeñar. Herrera recibe
a los “pacificadores”. Por supuesto no se opone a una mediación.
El 10 entrega las bases: desarme, amnistía, reincorporación
de los sublevados al escalafón militar, elecciones libres. Thornton
pide que Andrés Lamas y Florentino Castellanos representen al gobierno
en los arreglos. Castellanos es el abogado de las empresas inglesas de Montevideo.
En las Puntas del Rosario
Es tal la euforia de Thornton por el aspecto que iba tomando su intromisión,
que no oculta indiscretamente a Maillefer, encargado francés en Montevideo,
su verdadero propósito de alejar la paz imponiendo condiciones inaceptables
al gobierno “aun a riesgo de una revolución de la que Mr Thornton
habla tranquilamente”. Nada le importan las bases de Herrera: él
traerá desde el campamento de Flores otras conformadas por Lamas y
Castellanos y con las firmas de Elizalde y Saraiva. Pero de tal índole
que Aguirre y Herrera no podrán aceptarlas. De ese rechazo saldrá
la intervención conjunta de Brasil y la Argentina a favor de Flores
y por lo tanto la guerra con el Paraguay.
Es frígido el invierno de 1864 y el viaje de los comisionados en ocho
lúgubres carruajes a través de terrenos inundados y estancias
asoladas por la guerra, resulta largo y fatigoso. Dan el 18 con Flores en
las Puntas del Rosario: el caudillo se extraña de la presencia de Elizalde
trayéndole en el pico la simbólica rama de olivo, porque acaba
de recibir de Buenos Aires un importante refuerzo de infantería, municiones
y dos cañones (cuenta Maillefer). Pero no se trata de la paz, precisamente.
Las bases de Herrera son dejadas de lado y Thornton anota las exigencias de
Flores: reconocimiento de los ascensos y grados militares distribuidos por
él, aun a extranjeros, no habría cuentas de lo apañado
en receptorías por los libertadores, sus gastos tendrían el
carácter de una deuda nacional. Finalmente “el caballero libertador”
–la ironía es de Maillefer- pide cuatro millones para disponerlos
a su arbitrio. A Thornton le parece excesivo y contenta al caudillo dándole
500.000 pesos. De todos modos el gobierno rechazaría el arreglo. Firman
el “compromiso”, Flores como jefe revolucionario y Lamas y Castellanos
por el gobierno ad-referendum, pues han extralimitado sus instrucciones. Y
los tres mediadores como garantes.
En 1894, Saraiva dirá –para quien quiera leerlo- en la carta
a Nabuco que la Triple Alianza “no surgió después de la
“agresión” paraguaya a la Argentina en abril del 65, sino
en las Puntas del Rosario en Junio del 64”. Su carta dice bien claro
que “dichas alianzas (Argentina, Brasil y Flores contra el Paraguay)
empezaron el día en que el ministro argentino y el brasileño
conferenciaron con Flores en las Puntas del Rosario (18 de Junio de 1864)
y no el día en que Octaviano y yo, como Ministros del estado, firmamos
el pacto (1 de Mayo de 1865).
Lamas y Castellanos han suscripto ad-referendum, pero de cualquier manera
han suscripto. La comedia tiene la seriedad de un convenio formal entre el
gobierno y los revolucionarios con la garantía de Brasil y la Argentina
y la presencia del ministro inglés que bendice la boda y se prepara
a engullirse el clásico pavo.
Fuente:
José María Rosa. La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas
Gabriel O. Turone. La Guerra de la Triple Alianza.
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación
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