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EFEMERIDES
HISTORICAS ARGENTINAS |
3
de junio de 1770 – Nacimiento de Manuel Belgrano
(Jefe del RI1 Patricios en 1811 y desde 1813 hasta 1814)
En el libro parroquial de bautismos de la Iglesia Catedral de Buenos Aires, iniciado en el año de 1769 y concluido en el de 1775, se lee al final de la página 43: "En 4 de junio de 1770, el señor doctor don Juan Baltasar Maciel canónigo magistral de esa santa iglesia Catedral, provisor y vicario general de este obispado, y abogado de las reales audiencias del Perú y Chile, bautizó, puso óleo y crisma a Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, que nació ayer 3 del corriente: es hijo legítimo de don Domingo Belgrano Pérez y de doña Josefa González: fue padrino D. Julián Gregorio de Espinosa".
Nació nuestro héroe, cuarenta años antes de la gran revolución que lo inmortalizó y a la que sirviera con abnegación ejemplar.
Manuel Belgrano fue el cuarto hijo de un matrimonio que tuvo ocho varones y tres mujeres. El padre, Domingo Belgrano y Peri, había llegado al Plata en 1751. Era genovés. En Buenos Aires prosperó; obtuvo la naturalización; integró el núcleo de comerciantes importantes; se casó en 1757 con doña María Josefa González Casero -de antiguo arraigo en la ciudad-, y dio a su numerosa familia, educación esmerada y vida cómoda. Los hijos correspondieron a la solicitud de los padres: sirvieron al Estado en la milicia, en la administración o el sacerdocio, con dedicación y brillo.
Quebrantos financieros
en los últimos años de su vida -murió en 1795- motivados
por un proceso en el cual se vio implicado sin razón, le crearon situaciones
difíciles. Los hijos se hicieron cargo de las obligaciones pendientes,
al abrirse la sucesión. Y la gloria de su cuarto vástago arrancó
para siempre del anónimo a este esforzado comerciante ligur que tuvo
confianza en la generosa tierra del Plata.
Belgrano cursó las primeras letras en Buenos Aires. En el Colegio San
Carlos, bajo la dirección del Dr. Luís Chorroarín, estudió
latín y filosofía, acordándosele el diploma de licenciado
en esta última disciplina el 8 de junio de 1787, cuando ya se encontraba
en España adonde lo había enviado su padre para instruirse en
el comercio.
Sin embargo, fue en la Universidad de Salamanca, donde se matriculó, graduándose de abogado en Valladolid en 1793. Poco ha contado Belgrano de su paso por las aulas peninsulares. Más le interesaron las nuevas ideas económicas, las noticias de Francia y su revolución - filtradas a pesar de la rigurosa censura -, las discusiones de los cenáculos madrileños donde se hablaba de los fisiócratas - mágica palabra - y hacían adeptos Campomanes, Jovellanos, Alcalá GaIiano.
Conoció la vida de la Corte, viajó por la Península, leyó a sus autores predilectos en francés, italiano e inglés; cultivó, en fin, su espíritu.
Cercana la hora del regreso recibió a fines de 1793 una comunicación oficial en Ia que se le anunciaba haber sido nombrado Secretario perpetuo del Consulado que se iba a crear en Buenos Aires. En febrero de 1794 se embarcó para el Plata. Iniciaba, así, a los veinticuatro años de edad, su actuación pública. Hasta su hora postrera, estaría consagrado a servir a sus compatriotas.
Apoyó la creación de establecimientos de enseñanza, como las Escuelas de Dibujo y de Náutica. Redactó sus reglamentos, pronunció discursos, alentó las vocaciones nacientes y trató de dar solidez a estas escuelas, prontamente anuladas por la incomprensión peninsular.
Halló todavía
tiempo para traducir un libro de Economía Política, redactar
un opúsculo sobre el tema, contribuir a la fundación del "Telégrafo
Mercantil",. e interesar a un grupo de jóvenes que como él
deseaba lo mejor para su patria, en los principios fundamentales de la economía
política. No descuidó, sin embargo, su tarea específica
de secretario del Consulado, donde, detallada y cuidadosamente, redactaba
las actas. Durante una década - agitada ya por fermentos e inquietudes
-- se preparó para manejar a los hombres y encauzar los acontecimientos.
El primer cañonazo del invasor inglés - que precipitó
los hechos- alejará a Belgrano de su bufete, para lanzarlo a la acción.
Su actuación durante las Invasiones Inglesas (1806-1807)
El 27 de junio de 1806 fue un día de luto para Buenos Aires. Bajo un copioso aguacero desfilaron hacia el Fuerte los 1.500 hombres de Beresford, que abatieron la enseña real, mientras el virrey Sobremonte marchaba, apresurado, hacia Córdoba.
Belgrano - capitán honorario de milicias urbanas - había estado en el Fuerte para incorporarse a alguna de las compañías que se organizaron y que nada hicieron, luego, para oponerse al invasor. "Confieso que me indigné ; me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación y sobre todo en tal estado de degradación que hubiera sido subyugada por una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiraré siempre en esta peligrosa empresa".
Días más tarde los miembros del Consulado prestaron juramento de reconocimiento a la dominación británica. Belgrano se negó a hacerlo, y como fugado, pasó a la Banda Oriental, de donde regresó, ya reconquistada la ciudad, aunque habían sido sus propósitos participar en la lucha popular.
Al organizarse las tropas para una nueva contingencia, Belgrano fue elegido sargento mayor del Regimiento de Patricios. Celoso del cargo, estudió rudimentos de milicia y manejo de armas, y asiduamente cumplió con sus deberes de instructor. Cuando quedó relevado de estas funciones fue adscripto a la plana mayor del coronel César Balbiani, cuartel maestre general y segundo jefe de Buenos Aires. Como ayudante de éste, actuó Belgrano en la defensa de Buenos Aires.
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación
Patricios Reservistas
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