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EFEMERIDES
HISTORICAS ARGENTINAS |
23 de Agosto de 1812 – El Éxodo Jujeño
La derrota de Huaqui echó por tierra las esperanzas norteñas
de un fácil triunfo por el norte. Los hombres salvados del desastre
son recibidos por Pueyrredón en Jujuy y bajan lentamente hasta Salta.
En Yatasto los encuentra Belgrano, el nuevo jefe, quien recibe los 800 hombres,
reliquia del Ejército del Norte, sin armas, desmoralizados, incapaces
al parecer de luchar, otra vez, contra los hombres de Goyeneche.
“La deserción es escandalosa –escribe al gobierno- y lo
peor es que no bastan los remedios para convencerla, pues ni la muerte misma
la evita: esto me hace afirmar más y más en mi concepto de que
no se conoce en parte alguna el interés de la patria, y que sólo
se ha de sostener por fuerza interior y exteriormente".
La tarea que debe realizar es agotadora: reorganizar los cuadros, disciplinar
los soldados, abastecer el ejército, dar ánimos a la población,
crear, solo, en un puesto donde la improvisación puede ser fatal para
todos, un ejército armónico, disciplinado, apto para luchar
contra los aguerridos regimientos que comandan los españoles. Se vuelve,
entonces, ordenancista al extremo. Su rigor, su inflexibilidad, su intolerancia
para cualquier falta del servicio, le enajenan la popularidad entre la mayoría,
pero salvan a todos y con ello a la Patria.
El general convoca a todos los ciudadanos entre 16 y 35 años y forma
un cuerpo de caballería -los "Patriotas Decididos"-, que
pone a las órdenes de Díaz Vélez. Dentro de las rígidas
normas que establece en su ejército, se forman hombres que ilustrarán
las armas argentinas: Manuel Dorrego, José María Paz, Gregorio
Aráoz de Lamadrid, Cornelio Zelaya, Lorenzo Lugones. Son jóvenes
entusiastas en cuyas almas arde la llama inextinguible de un patriotismo exaltado.
Goyeneche permanece, mientras tanto, detenido en el Norte por la insurrección
cochabambina. Hasta Jujuy se dirige, entonces, Belgrano y en la vieja ciudad
celebra, en 1812, el 25 de mayo. Por segunda vez presenta al pueblo y a los
soldados la bandera de su creación, que es bendecida al término
del tedéum por el deán de la Iglesia Matriz don Juan Ignacio
de Gorriti.
Nuevamente el gobierno lo reprende por su actitud; Belgrano dolorido, responde
en una nota: "La bandera la he recogido y la desharé...".
Otras preocupaciones se suman: el estado sanitario de las tropas es deficiente,
el paludismo hace estragos, los efectivos del ejército no aumentan
en la cantidad que las circunstancias requieren, y Goyeneche, libre ya su
retaguardia, se dispone a entrar en territorio argentino por la puerta grande
de Humahuaca.
En agosto de 1812 se produce la invasión del ejército español,
compuesto de 3.000 hombres, a las órdenes del general Pío Tristán,
primo de Goyeneche y como él, natural de Arequipa. El 23 de agosto
de 1812, dispuesta ya la retirada, lanza Belgrano su famosa proclama a los
pueblos del norte: "Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme
cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad... Llegó pues la
época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis
a reuniros al ejército de mi mando, si como aseguráis queréis
ser libres . . . ".
Quienes no cumplan la orden serán fusilados, y sus haciendas y muebles
quemados. Las clases populares se pliegan al éxodo sin necesidad de
compulsión. No ocurre lo mismo con la clase principal. Algunos consiguen
esconderse en espera de Tristán; otros deciden obedecer a Belgrano
e irse con los bienes que pueden salvar, para lo cual Belgrano les facilita
carretas.
Finalmente todo Jujuy responde heroicamente al llamado patriótico.
Y como en los viejos éxodos de la historia, todo un pueblo marcha con
sus soldados - hijos de su seno - guiados por quien, sabedor de que esa es
su hora de gloria, va sereno, hacia el campo de las Carreras, donde el drama
ha de resolverse luego de treinta días de incertidumbre y duelo. La
gente debía llevarse todo lo que podía ser transportado en carretas,
mulas y en caballos. Y así lo hizo. Los pobladores siguieron a Belgrano
cargando muebles, enseres y arreando el ganado en tropel.
Los voluntarios de Díaz Vélez, que habían ido a Humahuaca
a vigilar la entrada de Tristán y volvieron con la noticia de la inminente
invasión, ellos serán los encargados de cuidar la retaguardia.
El repliegue debe hacerse precipitadamente por la proximidad del enemigo.
En cinco jornadas se cubren 250 kilómetros (Recuérdese que para
la misma época Napoleón aconsejaba que sus ejércitos
no marchen más de diez kilómetros por día). Suponiendo
que, al encontrar Jujuy abandonado, Tristán se dirigirá a Salta,
Belgrano ordena hacer alto recién en las márgenes del río
Pasaje, adonde llega en la madrugada del 29 de agosto.
Cuando el ejército español llegó a las inmediaciones,
encontró campo raso. Las llamas habían devorado las cosechas
y en las calles de la ciudad ardían aquellos objetos que no pudieron
ser transportados. Todo era desolación y desierto. El éxodo
llegó hasta Tucumán, donde Belgrano decidió hacer pie
firme.
El 3 de septiembre el ejército patriota se halla sobre el río
de Las Piedras, cuando los Decididos son atacados por la vanguardia realista,
produciéndose una escaramuza. El cuerpo patriota se reúne con
el grueso y Belgrano, que espera una oportunidad favorable, despliega al ejército
en la margen del río haciendo abrir el fuego de la artillería
para despejar el frente. Los patriotas persiguen a los españoles, tomando
quince o veinte prisioneros y matando otros tantos. Una partida de paisanos
al mando del capitán Esteban Figueroa logra apresar al jefe enemigo,
coronel Huici, al portaestandarte Negreiros y a un capellán. Son las
cuatro de la tarde y la victoriosa partida inicia una marcha forzada con sus
prisioneros, huyendo del resto de los adversarios. A las doce de la noche
están ya en Tucumán, donde se encuentra el grueso del ejército.
Me estoy yendo
(de Mochita Herrera)
Volví triste pa' mi rancho
Por esta orden que es fría
Que me obliga a dejar
Lo que tengo y más quería.
Alcé
mi pobre cosecha
Y preparé el ganado,
Con mi mama alterada
Y los hijos asustados.
Suelta
en llanto, mi mujer
En quedarse amenazó
Pero al vernos ya lejos,
Su fiel caballo apuró.
Cuando
me cruce con otros
Como yo tan angustiados,
Mi pena se hizo grande
Pa' este pecho truncado.
Mi rancho
quedó atrás,
Y mis ojos voy cerrando
Pa' no ver como el fuego
Mi vida esta quemando.
Yo no
sé pa' donde vamos
Y no sé si volveremos,
Solo sé que me ahogo
Por saber lo que perdemos.
En silencio
todos marchan
Pero sollozos se siente,
Los animales arriados
Confundidos con la gente.
Ya nos
apuran el paso,
Ta' cerca el enemigo,
Y queda el Xibi-Xibi
Como único testigo.
El general
parece frío
Pero una lágrima le vi
Por que esta batalla
La debemos peliar así.
Ahora
ya lo entiendo
Que no podemos quedar
Por que una tierra libre
Los hijos deben heredar.
Fuente:
Salta – Portal informativo
Alejandro Pandra - Agenda de Reflexión
Asociación Gaucha Jujeña – San Salvador de Jujuy
Antook – El Exodo Jujeño – Buenos Aires (2007).
Oscar
J. Planell Zanonem - Oscar A. Turone
Agrupación
Patricios Reservistas
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